sábado, 16 de noviembre de 2013

Economía y Política

Pablo Lucio Paredes acaba de ser objeto de una andanada mediática -linchamiento- por parte del Presidente de la República, a propósito de replicarle un artículo ("Más economía y menos política") que publicó en El Universo del sábado 9 de noviembre.

Confieso que no siempre estoy de acuerdo con Lucio Paredes.  Y que en ese artículo realmente pecó de elemental -debilidad en la que se basa el ataque de Correa- al afirmar que en otros países de la región, hay más interés por las actividades de la producción que por las decisiones que toma el Estado.  Palabras más, palabras menos, ese fue el sentido de su artículo.

Pero Lucio Paredes ha puesto sobre el tapete un tema que nunca pierde actualidad: la relación entre economía y política.  En verdad así como no hay, ni puede haber, una economía "pura" sin política, tampoco hay política que pueda hacerse al margen del desempeño de la economía.  Y esto incluye a todos los niveles del gobierno: central, provincial, municipal.

Un solo ejemplo ilustra esto: si usted es un pequeño emprendedor, que tiene algo de capital; y advierte que hay un entorno adverso porque se anuncia una revolución permanente, y porque en ese contexto revolucionario se promueve una división social que espera ser solucionada dictando leyes para que los pobres coman pan y los ricos mierda; usted: 

 (1)    ¿Confiará en las leyes que se expidan -porque nada más ni nada menos que la Presidenta del máximo órgano legislativo, fue la que formuló esa aspiración escatológica- en nombre de la revolución?; o

(2)    ¿Preferirá quedarse como pobre y no hacer reproducir sus recursos, porque de hacerlo con éxito, (es decir, de crecer económicamente, y tal vez volverse rico), estará condenado a compartir los gustos coprófagos de una parte de los revolucionarios?

Entonces queda claro que sí hay una relación entre economía y política. Y que la preocupación de Lucio Paredes es válida cuando se la formula preguntándose ¿cuál es la conducción económica que conviene respaldar, para garantizar las aspiraciones de progreso de los ciudadanos?

Porque la economía -en una sociedad auténticamente democrática- está relacionada con el ejercicio político de las libertades, entre ellas las de emprender, producir, contratar, opinar.  Cuando -como ocurre en Venezuela- el gobierno dictamina por decreto cuál es el precio "justo" de un producto, a guisa de regular las utilidades, hace intervenir a la política con poderes absolutos, sobre la economía.  

Ojalá acá eso nunca ocurra.




miércoles, 13 de noviembre de 2013

Política vs. "belleza y juventud"...

Correa ha confundido los atributos físicos con los políticos; y eso ha pesado en la designación de una "joven y bella" mujer -según el gusto del Presidente- para que compita con Nebot por la Alcaldía de Guayaquil.  

(Si usted quiere ser maligno en la interpretación, tal vez le daría la razón a Correa, porque pensaría que éste habría llegado a la conclusión de que SU anterior candidata a la Alcaldía no cumplía esos requisitos de belleza y juventud. Y que por eso perdió con una paliza electoral de tal contundencia, que terminó relegándola a un rincón del Ministerio de Transporte en el cual todavía sigue lamiéndose las heridas)

Pero en la política la belleza no tiene mucho que ver con las decisiones de los electores.  En 1966, Assad Bucaram competía por una elección legislativa con Otto Arosemena Gómez.  Don Buca era en verdad feo, rasgo que se le acentuaba por una lamentable deformidad física producto de alguna enfermedad.  Y para sacarle ventaja a su desmejorada condición física, apabulló a Arosemena con el mote de Otto el Guapo y -para exagerar- decía que mientras él olía a agua y jabón de rosas, El Guapo se pintaba las uñas y tenía los sobacos perfumados.  Don Buca ganó por largo margen esa elección, aunque Arosemena también arañó una diputación a la Asamblea Constituyente de 1966-67, en la que con un solo voto, le ganó la Presidencia de la República a Raul Clemente Huerta. 

En estos días, la poco agraciada y no muy joven Angela Merkel ganó abrumadoramente las elecciones en Alemania, sobreponiéndose a los agoreros que la culpaban de la crisis europeaa por su manejo férreo de la economía del euro. Pero los alemanes, rigurosos como son para sus decisiones políticas, obviamente no la votaron para que vaya a un concurso de belleza, sino para que mantenga los éxitos que ha obtenido en 8 años de gobierno.  

Es que en Ecuador como en cualquier parte del mundo, la gente se adhiere a los políticos porque ven en ellos un instrumento para cumplir sus objetivos ciudadanos.  No votan a los políticos únicamente por jóvenes o por bellos.  Los votan porque confían en sus ejecutorias, porque valoran sus experiencias, porque objetivamente constatan que sus condiciones de vida han mejorado y pueden mejorar más.   Esto explica el voto favorable que ha cosechado el Presidente Correa a nivel nacional desde las elecciones de 2006. Y esto explica también el voto favorable que ha obtenido Nebot en Guayquil desde el año 2000.  

En política, belleza y juventud pueden ser atributos deseables. Pero no son determinantes. Ni necesarios. Los guayaquileños que sabemos cómo era la ciudad hasta 1992, ¿votaremos por una propuesta en la que solo se advierte el interés del Presidente de la República de sentar en la Alcaldía a una empleada suya?  ¿O conservaremos un gobierno municipal independiente, que no permita que le arrebaten a la ciudad su Puerto, como le arrebataron a la Provincia de Guayas sus balneariios más importantes?