viernes, 15 de octubre de 2010

Guayaquil

Acabamos de celebrar 190 años del 9 de Octubre.  No son circunstancias normales las que vive Ecuador, como para estar de ánimo festivo. Pero sin embargo, Guayaquil merece hacer un alto para, a la luz de la celebración de su Gesta, otear cuál es el destino que le espera y si mantendrá la influencia que en lo económico, social y político ha logrado durante la vida republicana.
De partida hay que recordar lo que J. M. Velasco Ibarra decía: sin Guayaquil no es posible imaginarse al Ecuador.  Y en verdad, Guayaquil tiene por su situación geográfica una condición privilegiada tanto como puerto -aéreo, marítimo, fluvial y terrestre- cuanto como ciudad industrial y comercial. Para sustentar lo dicho, baste señalar, por ejemplo, que por sus puertos se moviliza casi el 80% de la carga comercial no petrolera del país. Y que su vocación industrial concentra aproximadamente el 49% de la actividad económica de la urbe.   
Sin embargo, desde la Colonia y a lo largo de la vida republicana, se ha intentado minimizarla incluso por una especie de fatalismo que en ciertos estamentos de sus elites se advierte de tarde en tarde.  Pero cabe recordar frente a este pesimismo, que Guayaquil fue construida sobre las adversidades.  Y que los guayaquileños han heredado su espíritu emprendedor y constructivo, precisamente de la apremiante  necesidad de ganarle la lucha diaria a los elementos: a la tierrra, al aire, al fuego.
La crisis económica-financiera de 1999-2000, habría tenido efectos de verdadera catástrofe si Guayaquil no la hubiese resistido con la entereza que lo hizo.  Y de ahí ha surgido, casi de manera imperceptible, una conclusión: la ciudad cuenta con recursos suficientes para propiciar no solo un proceso de regeneración urbana como el que con tanto éxito ejecuta el Alcalde Jaime Nebot, siguiendo la ruta marcada por el gobierno municipal de León Febres-Cordero, sino para entrar de lleno a un proceso de regeneración económica, que busque reposicionarla -consolidando el régimen de economía social de mercado- como centro financiero nacional e internacional; y paralelamente potenciar su industria, reconvirtiéndola donde sea necesario, fortaleciéndola donde tenga debilidades y definiéndole nuevas y mejores oportunidades en los mercados foráneos, para aprovechar su ventaja de ser el centro de la Cuenca del Guayas, que es la zona más rica del Pacífico Sudamericano. 
Ahí está el futuro de Guayaquil.  Estoy seguro de que cuando lleguemos al bicentenario del 9 de Octubre, la ciudad será mucho más de lo que en el párrafo anterior se ha delineado.  Entonces la prioridad de esta celebración debe tener un objetivio: iniciar ya, desde el lunes 11 de octubre, la tarea de perfilar y producir el Guayaquil que queremos celebrar el viernes 9 de Octubre de 2020.

domingo, 10 de octubre de 2010

Lo que importa

Transcurridos los primeros 10 días de la -llamémosla por ahora, así- sublevación de la Policía Nacional, los hechos se han ido decantando poco a poco y permiten formular algunos juicios de valor que, por el paso del tiempo,  indudablemente tienen menor carga pasional que los que podrían haberse emitido con la calentura del conflicto... 

Lo primero que salta a la vista es que, una vez más, Ecuador está cayendo en la trampa de discutir lo irrelevante para no enfrentar lo relevante. 

Lo irrelevante es, en efecto, si fue o no un intento de Golpe de Estado. (Para un iniciado en la lectura de "La Técnica del Golpe de Estado" de Curzio Malaparte, seguramente los gestores de esa tentativa reprobarían un examen elemental sobre la materia) 

Lo relevante es que el 30 de septiembre los ecuatorianos recibimos un mensaje devastador: la Revolución Ciudadana, a pesar de sus casi 4 años en el poder, no ha podido erradicar la cultura política de la asonada y del cuartelazo. Para escribirlo mejor: no solo que no ha podido erradicar esa cultura, sino que de una u otra manera, en los genes de esos revolucionarios del socialismo del siglo XXI están los cromosomas de la asonada y del cuartelazo. ¿Acaso el país ha olvidado, que los primeros actos de los revolucionarios, luego de posesionado el Presidente Correa, fue disolver impunemente a un  Congreso democráticamente elegido; o ya se ha olvidado, cómo se eliminó al entonces Tribunal Constitucional, asaltando su local y desalojando a garrotazos y pedradas a sus ocupantes? ¿Acaso, para ahorrar más testimonios, nadie recuerda que muchos de los líderes de la revolución ciudadana, estuvieron entre los que promovían y participaban en las algazaras con que derrocaron a Bucaram, a Mahuad y a Gutiérrez?  Esto es lo segundo que salta a la vista:::

Y lo devastador del mensaje es que no hemos avanzado nada.  Todo sigue igual como cuando la partidocracia azuzaba a militares y policías para obligarlos a tomar partido desde el gobierno o contra el gobierno, y declarar ante las cámaras de la televisión que le quitaban el apoyo al régimen de turno. 

Pero además, el 30 de septiembre y los hechos que vienen sucediéndose, demuestran  que no hay institucionalidad republicana, porque esta institucionalidad ha sido asumida por un solo hombre: el Presidente de la República. Tanto no hay institucionalidad, que en la última cadena de televisión, la de este sábado 9 de octubre, el Presidente Correa dijo que si los policías querían volver a la situación laboral que tenían antes, él derogaba la ley.  No lo dijo una vez, lo repitió para que no hubise duda alguna de que la Asamblea no existe fuera de la voluntad política del Jefe del Estado; como tampoco existe la ´Funcion Judicial; como tampoco existen los organismos de Control Constitucional.  (La Asamblea como Función del Estado se declaró en receso por falta de garantías los días despúes de la sublevación policial. Y ha sido incapaz de decir algo) Esto es lo tercero que salta a la vista, a profanos e iniciados.

Hay varios temas tan o más importantes que los señalados, que los abordaré en próximas entregas. (Por ejemplo esa declaración de Hugo Chávez, de que Correa se salvó de milagro y en la que avizora que de haber ocurrido el asesinato del primer mandatario ecuatoriano, se habría provocado una guerra civil con la intervención de Estados Unidos y las Naciones Unidas. Más allá de que ningún Presidente que se estime puede hacer declaraciones de esa clase, Chávez quiere aparecer como el protector gratuito de Correa, de Ortega, y de Morales.  Eso no le hace ningún favor a Correa)

Pero por ahora quiero cerrar este comentario invitándolos a una reflexión: estoy de acuerdo con el Presidente Correa cuando afirma que la vida de un solo ecuatoriano, (peor la de 5, 7 u 8), es un precio demasiado alto por un enfrentamiento que no tiene sentido.  Entonces hay que ir a buscar las causas últimas y primeras del 30-S.  Hay que hacerlo con urgencia, incluso para saber la verdad de los hechos; para saber si hubo intento de golpe de Estado, magnicidio incluido, y quiénes empujaron ese enfrentamiento absurdo, por acción u omisión. 

Una sociedad escindida desde el poder de la República, por el insulto y la diatriba descalificadora a los adversarios políticos; una sociedad virtualmente secuestrada por el descontrolado afán de captarlo todo y no transigir con nada ni con nadie, arrebatando incluso espacios mínimos para plasmar en las leyes otras opiniones que no sean las del gobierno; es una sociedad que, tarde o temprano, termina siendo víctima de golpes de Estado.  O simples "chapazos", como el del 30 de septiembre.  Se convierte en una sociedad africanizada.  En un Estado fallido. 

He ahi la lección que deja un acontecimiento tan deplorable por innecesario e irracional.