En su última sabatina el Presidente Correa apelando a su condición de estadístico, pretendió demostrar lo mismo que ha venido diciendo siempre sobre la inseguridad pública: que ésta, no fue creada por su gobierno, pues ya había robos y asesinatos mucho antes de 2007; y que todo era consecuencia de las exageraciones mediáticas de la prensa corrupta...
Y entonces, sacó las cifras para exhibirías como respaldo a sus asertos: dijo que según sus estadísticas, los homicidios han bajado 15,32 por ciento; el robo a domicilios, 0,78%; el robo a locales comerciales, 4,31%; el robo de carros, 2,04%; y el robo de motos 5,38%. O sea que si antes mataban a 100 personas, ahora solo asesinan a 85; si antes robaban en 100 casas, ahora -gracias al gobierno de la revolución ciudadana, "prohibido olvidar"- solo roban en 99 casas; en 96 locales comerciales; y a 98 personas les arrebatan sus carros y a 95, las motocicletas. Dijo que lo único que había aumentado era el robo a personas, que subió 28,71% pero porque el dato incluía la sustracción de teléfonos celulares que se denuncian como robados para recuperarlos a través del seguro.
Cuando dijo eso "de manera didáctica" (como consignó, embobado, un periodista en su twiter), se apoderaba de mí una gran indignación, porque constataba impotente cómo el Primer Mandatario le ha tomado gusto al deporte de meterle el dedo a los ecuatorianos, sin que estos por lo menos ensayen un gesto de rechazo.
Es que la cuestión no está en que ahora se mate o se robe "menos"; la cuestión reside en que la ciudadanía ha perdido poco a poco, el elemental sentido de seguridad pública que le permite salir a las calles a comprar, a pasear o a trabajar. Es imposible que en cualquier reunión social los presentes no platiquen que algún familiar o conocido ha sufrido un robo, o un secuestro-express, o cualquier otro atentado criminal tanto a pie como abordo de sus vehículos. Eso, a despecho de la estadística que el Presidente dice saber manejar.
El Presidente Correa ya usó sus dones de estadístico, para explicar por qué la paliza de 8 a 1, de 6 a 1, de 3 a 1 y de 2 a 1 que sucesivamente él y sus corifeos anunciaban como resultado de la Consulta del 7 de mayo pasado, apenas se convirtió en un esmirriado triunfo electoral. Entonces reveló ante un país absorto, que la imagen del Ecuador que él visualiza desde el poder, no es la realidad que el resto de ecuatorianos palpamos y vivimos todos los días, sino la que -desde sus afiebradas visiones mitómanas- él ha construido, como imaginario de una sociedad que existe en pleno goce de felicidad, porque está cruzada de carreteras de hormigón; porque está llena de hospitales, donde la muerte de neonatos es una ficción alentada por la prensa corrupta; porque hay escuelas del milenio donde se forma la meritocracia del futuro, a despecho de locales escolares que no tienen bancas ni baños; porque hay tanta infraestructura energética que se da el lujo de castigar el consumo; etcétera...
Entonces la delincuencia no es -dentro de esa visión- un problema social o político que debe resolverlo el Estado en forma directa, sino aplastando a los que tienen; porque el solo hacho de tener un poco o bastante más que el promedio, es manifestación de una terrible inequidad. Es lo que los revolucionarios marxistas llamaban "expropiación": no se robaba un banco, por ejemplo, sino que se les expropiaba a los capitalistas una parte de la plusvalía que la burguesía había atracado desde tiempos inmemoriales a los proletarios. Ergo, cuando todos tengamos lo mismo -especialmente de manera estadística- no habrá delincuencia en Ecuador. No habrá necesidad de reprimir a nadie, ni de llenar las cárceles, porque nadie se verá tentado a robar a otro lo que simplemente -y gracias a las estadísticas de la Revolución ciudadana, y a Carlos Marx (pero) Carrasco- no tiene. Así de simple...
El presidente seguramente piensa, cuando usa las estadísticas, en esa frase de George Bernard Shaw: la estadística es una ciencia que demuestra que si mi vecino tiene dos carros y yo ninguno, entonces los dos tenemos uno... Ahora Correa dirá que con su estadística los robos y asesinatos han disminuido, aunque al frente de su casa estén matando o robándole a alguien.
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