domingo, 11 de diciembre de 2011

El tigre suelto y el burro amarrado

La propuesta que Rafael Correa acaba de hacerle a Galo Lara, para que ambos renuncien a la condición de inmunidad que por sus cargos ostentan, con el fin de que el legislador "pruebe" ante la justicia su reiterado señalamiento de que el primer mandatario dirige y protege la corrupción desde Carondelet, es una auténtica celada para arrastrar en indefensión al asambleísta, a los patios de una función judicial totalmente sumisa a los designidos y deseos del Presidente Correa.

Nadie, ni el más ingenuo de los ecuatorianos, cree que la justicia es independiente. Nadie. Y si había alguna duda, la utilización del Consejo de la Judicatura de Transición para sancionar e intimidar a jueces como ocurrió con la ex presidenta de la Corte Provincial, María Luisa Jiménez, se ha encargado de evidenciar que la tal independencia de funciones simplemente no existe.

Entonces, en este panorama de una institucionalidad republicana sujeta a la opinión y a los deseos del Jefe de Estado, aceptar semejante desafío de renunciar a la inmunidad es actuar con la desventaja del burro amarrado frente al tigre suelto.

No hay necesidad de presciencia para advertir que Lara, despojado de su inmunidad y sometido a juicio, terminará corriendo la misma suerte que El Universo, junto a los hermanos Pérez y Emilio Palacio. O la que le espera a Juan Carlos Zurita y Christian Calderón por "El Gran Hermano"; o la que le han querido dar a la ex Secretaria de Información de este mismo régimen, Mónica Chuji: condenada por un juez y rápidamente perdonada por su acusador Vinicio Alvarado.

Y sin embargo, es menester no solo mantenerse al margen de la trampa de la renuncia de inmunidad, que el presidente Correa ha planteado para reducir el tema a un mero debate entre inmunidad e impunidad, como él y otros voceros de su gobierno y de su partido político lo afirman. Sino no perder de vista cuál es la cuestión de fondo.

La cuestión de fondo estriba en que si se vulnera el principio de la inmunidad, consagrado tradicionalmente en el derecho constitucional ecuatoriano, todos los ciudadanos habremos perdido la capacidad de opinar sin correr el riesgo de ser objeto de un juicio y la consiguiente condena. Correa así se cura en sano. No por lo que ahora le puedan decir. Sino por los juicios que le sean plantados cuando haya dejado de ser Presidente, o simplemente cuando haya perdido el control del poder político total que actualmente tiene.

Ahora, los únicos que pueden emitir una opinión contraria a la visión del gobierno son los Legisladores, porque de esa manera ejercen de una manera relativamente libre, su facultad fiscalizadora. La prensa no oficial ya no puede opinar ni informar con absoluta libertad sobre hechos o circunstancias que el gobierno en general y el Presidente Correa en particular, consideren que les son adversos, porque después de lo de El Universo muy pocos periodistas quieren que los ataques frenéticos que el Jefe de Estado les hace, terminen en juicios donde no tienen opciones ni siquiera de litigar. De manera que el desafío a Lara es, en verdad, una manera de desafiar a todos quienes de una u otra manera, constituyen un peligro real o potencial por sus denuncias o por sus opiniones, a la "Majestad" que Correa está convencido de representar.

Entonces el burro amarrado será encarnado por la prensa no oficial y cualquier ciudadano o institución pública o privada, a la que Correa considera adversaria. Y el tigre suelto será el Presidente de la República...

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