Preocupa la forma como el Presidente de la República enfrenta las acusaciones contra algunos altos funcionarios de su gobierno.
El caso de su pariente lejano Pedro Delgado, es clamoroso: hoy en su sabatina ha salido a defenderlo de manera furibunda, culpando a la prensa corrupta de perseguir a un funcionario honrado.
Para empezar, a mí me da pena Roberto Cuero, el ex gobernador de Guayas, que perdió su cargo por -entre otras- una denuncia según la cual se había comprado una casita en Playas, no en Miami... ¡pero también con su piscinita! Y la pena es porque al pobre negro no se le permitió el privilegio de presentarse en las sabatinas, ni de entregar documentos para demostrar profusamente lo legítimo de su casita en un balneario ecuatoriano, ni se lo mostró como víctima de la prensa corrupta: tuvo que resignarse a perder su cargo, comisarías y comisarios incluidos. Y ahí murió todo.
Hoy, en su afán de defender a su primo segundo, el Presidente Correa desafió a la prensa -y concretamente a Teleamazonas- para que denuncie a Delgado como autor de peculado, si creen que esa figura se dio en el crédito de US $ 800.000 que COFIEC le entregó al argentino Duzac (vaya usted a saber a qué ecuatoriano le otorgan un préstamo tan rápido y con garantías de otro); o si consideran dudoso el origen de los recursos para que don Pedro compre la casita en ese paraíso fiscal que tienen los gringos y que se llama Miami.
Nadie en su sano juicio tomará a pecho el desafío presidencial. El punto es que la justicia está bajo el poder del Presidente de la República, porque le metió las manos dizque autorizado por la Consulta Popular de mayo de 2011. Y el que lo dude, será porque no está enterado de lo que pasó con Chucky Seven, o con el juez que le concedió un recurso a Alvarito, o con algunos de los procesados por el chapazo del 30 de septiembre de 2010, o a los ingenuos miembros de la Comisión que investigó los contratos de Fabricio, etcétera, etcétera, etcétera.
Entonces nadie, pero nadie, que tenga la cabeza bien puesta aceptará semejante desafío. Nadie. Y los que quieran investigar hasta hallar la verdad, deberán pisar con mucho cuidado, no porque teman las amenazas como Janeth Hinostroza, sino porque hay verdades que duelen y otras que matan...
Lo confieso: creo en la honestidad del Presidente Rafael Correa Delgado. Por eso me preocupa la forma como ha asumido la defensa de sus funcionarios cuestionados. Según el Evangelio de San Juan, Pilatos cuando interrogaba a Cristo y ante su afirmación de que "Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz" hizo una pregunta: ¿qué es la verdad?
Tal pregunta fue de político, de gobernante. Y se quedó eternamente sin respuesta. Porque la verdad que los gobernantes buscan no es necesariamente la que quieren saber. Ni menos la que se ajusta a los hechos y a las circunstancias que quieren manejar.
Y en este caso de Delgado, la verdad no es necesariamente la que el Presidente Correa cree que debe prevalecer, porque se trata de su primo segundo, de su funcionario de confianza, del hombre perseguido por sus adversarios de la prensa corrupta, no. La verdad tiene que brillar por sí sola. Sin desafíos para poner como intermediarios de la verdad a jueces cuya verdad -precisamente- está severamente deteriorada.
Preocupa la forma en que el presidente Correa quiere buscar la verdad...
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