Una de las conclusiones más inquietantes del resultado electoral del pasado 17 de febrero, reside en advertir el comportamiento del voto de Guayaquil en especial y de la provincia de Guayas en general.
No es muy acertado creer, por ejemplo, que el triunfo de Rafael Correa en todas las líneas significa per se, el final irreversible de al menos 20 años de hegemonía social cristiana. No.
En primer lugar, ese triunfo tiene que ser leído como una victoria personal de Correa, pero sin excluir la incidencia del Prefecto Jairala para que la balanza se inclinara hacia el lado de PAIS, por lo menos en ciertas áreas rurales.
Pero además, la división por circunscripciones del electorado, le restó eficacia al monitoreo tradicional que la maquinaria socialcristiana -y también la del PRE y la del PRIAN- estaba acostumbrada a ejercer; y en cambio le dio a la maquinaria del régimen, toda la contundencia y sobre todo la inmensa ventaja logística que le permitió asegurarse un triunfo categórico.
Me detengo un poco en el análisis: esa estructura de los Comités que con ciertas variantes se había venido administrando más o menos con el mismo estilo desde los años de la CFP de Guevara Moreno y Assad Bucaram, ha sido innovada por una visión puntualmente clientelar, que la encadena de manera cotidiana hasta convertirla en el nexo permanente entre las aspiraciones de barrios y las respuestas que el gobierno les ofrece. Ya no se vieron las peleas por protagonismo entre Pierina y sus grupos -que tienen apetitos propios, con sus propios menús- y Patiño y sus grupos, (también con apetitos y menús propios).
Con este fin, han hecho una utilización eficaz de las redes sociales y de comunicaciones a través de internet. Así también contrarrestan cualquier efecto de las informaciones de la prensa, en especial sobre actos de corrupción qu pudieran afectar a los candidatos. Entonces, mientras todos los otros partidos se quedaron en el clásico Comité que funciona solo para la época de elecciones; el diseño de los estrategas del gobierno se basó en un concepto marketero: manejar cada conexión electoral como se manejan puntos de venta. Ahí estuvo la gran diferencia.
Ahora Correa no ha dudado en reclamar -ya como ganador indiscutible- el premio mayor: quiere la Alcaldía de Guayaquil. Yo creo que los guiños son para Jairala. Y que Jairala todavía nada dice, porque espera evaluar la magnitud de la caída de los socialcristianos y hasta dónde es verdad que Nebot ya no es invencible.
Si los socialcristianos (y Madera de Guerrero, -dicho sea de paso- no entiendo por qué se empeñan en mantener esa diferencia de tienda) se niegan a aceptar que no solo se enfrentarán a Correa, sino a una maquinaria electoral que es distinta en diseño y funcionamiento a la que ellos manejaron con relativo éxito hasta las penúltimas elecciones, estarán condenados a repetir la historia -aquí en Guayaquil- de la terrible derrota electoral que padecieron el pasado 17 de febrero.
Tienen apenas días para corregir.
¿Qué están esperando, cholitos?
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