Aqui en Ecuador, uno de los proyectos de ley que se está discutiendo con mayor intensidad, es el de Educación Superior. Tengo muchas cosas que decir sobre ese tema, incluso para recordar la época en que ejercí como dirigente estudiantil a principio de los años 70 y que planteábamos la Reforma Universitaria, evocando la famosa Reforma de Córdoba, (Argentina), que era una especie de alfa y omega para los que desde las bancas reclamábamos "derechos" como los de "tachar" a los profesores, o el cogobierno paritario, o el de poner a la universidad al servicio del pueblo... (El grito emblemático de esos tiempos era "universidad para el pueblo", surgido al calor de la eliminación de los exámenes de ingreso. Pero esa es otra historia que la abordaré en algún momento).
Y bien, revisando libros me encontré uno del Maestro José Ortega y Gasset, en el que bajo el título de "El libro de las Misiones", la prodigiosa prosa del español desmenuza entre otros temas el de la Misión de la Universidad. Hay que leerlo. Me propongo solo transcribir varios párrafos para picar su curiosidad. (Y el que esté interesado en una copia del documento, me la pide y veremos como lo reproducimos por lo menos en esa parte).
Decía así, Ortega y Gasset, a inicios del siglo XX:
"(...) la enseñanza universitaria nos aparece integrada por estas tres funciones: I. Transmisión de la cultura; II. Enseñanza de las profesiones; III. Investigación científica y educación de nuevos hombres de ciencia" Sencillo, ¿no? Y aquí vemos a la gente discutiendo en términos casi míticos sobre una cuestión que nace de la esencia misma de la universidad, de la "universitas"...
Y decía también el Maestro: "El hombre se ocupa y preocupa de la enseñanza por una razón tan simple como seca y tan seca como lamentable: para vivir con firmeza, desahogo y correción hace falta saber una cantidad enorme de cosas, y el niño, el joven, tiene una capacidad limitadísima de aprender. (...) Hay que preocupurase de enseñar exactamente en la medida en que no se puede aprender. (...) la enseñanza aparece en los pueblos primitivos con un aspecto inverso: la función de enseñar consiste -¿quién lo diría?- en ocultar. Aquellas recetas se conservan como un secreto que se transmite arcanamente a unos pocos. Los demás las aprenderían demasiado pronto. De aquí el hecho universal de los ritos técnicos secretos. (...) Toda enseñanza primitiva, en que hay poco que enseñar, es esotérica, ocultadora; por tanto, es lo contrario de la enseñanza".
¿No les parece formidable? ¿Cuántos de nuestros iluminados legisladores habrán tenido la oportunidad de leer a Ortega y Gasset? Y les dejo este último párrafo, solo para que lo tengan presente:
"El principio de economía no sugiere sólo que es menester economizar, ahorrar en las materias enseñadas, sino que implica también esto: en la organización de la enseñanza superior, en la construcción de la Universidad, hay que partir del estudiante, no del saber ni del profesor. La Universidad tiene que ser la proyección institucional del estudiante, cuyas dos dimensiones esenciales son: una, lo que él es: escasez de su facultad adquisitiva de saber; otra, lo que él necesita saber para vivir. (...) No se debe enseñar sino lo que se puede de verdad aprender"
¡Qué verdades amigos bloggeros! ¡Qué verdades!
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