El Presidente Correa se esmera en señalar, semana a semana en sus sabatinas, que la prensa es corrupta porque la información y las opiniones que ésta publica, no se ajustan a sus percepciones e interpretaciones de la realidad.
En el clímax de su odio a la prensa, ha llegado a desempolvar la historia, culpándola del asesinato de Eloy Alfaro. Pretende así no solo reivindicar un supuesto exceso de los medios de comunicación que, según su parecer, incitaron a la inmolación del Viejo Luchador en la "Hoguera Bárbara" de El Ejido, hecho acaecido hace casi 100 años, (el 28 de enero de 1912), en Quito, sino que se autoproclama el vengador de ese crimen incluso anticipándose a reclamar para él, un destino similar...
Pero lo que Correa no señala es que un elemento fundamental para llevar a Alfaro al triunfo de la Revolución Liberal, fue precisamente el papel de la prensa independiente, que a través de las páginas de diario EL TELÉGRAFO denunció la denominada "venta de la Bandera", cuya consecuencia inmediata fue el pronunciamiento cívico de Guayaquil, el 5 de Junio de 1895, gracias al cual Eloy Alfaro fue llamado para que desde su exilio en Panamá, retorne a asumir la Jefatura del Gobierno instaurado en esta ciudad, y desde donde partieron las huestes alfaristas que instalaron en Quito luego de una guerra civil cruenta, el nuevo gobierno, entre cuyos integrantes hubo insignes periodistas.
La inmolación de Alfaro y de sus compañeros de lucha -también estaba, cabe precisarlo, el periodista Luciano Coral- no fue producto de la prensa. Entre sus causas hay que considerar la permanente confrontación intestina promovida por las escisiones del mismo partido Liberal, protagonizadas por los círculos de poder político y económico que se movían alrededor de la figura del anciano presidente, y entre los que se destacaban entre otros, los seguidores de Leonidas Plaza, de Julio Andrade, y de colaboradores civiles como Don Emilio Estrada Carmona, que arrastraron al país a posiciones irreconciliables, las cuales lamentablemente terminaron en crímenes horrendos, como el que sufrió el propio Alfaro y sus lugartenientes.
Esa es la historia. Prohibido olvidaría... O distorsionarla.
La prensa ecuatoriana -como la de cualquier parte del mundo- no ha podido ni debido, peor querido, sustraerse a la evolución de los movimientos sociales. Y es obvio que en ese proceso, ha optado por ser militante en el debate de las ideas. Esto es un hecho histórico, que explica -por ejemplo- buena parte de eventos tan importantes a nivel mundial, como la Revolución Francesa, o la Revolución Socialista. Las figuras de Marat, Robespierre, o de Lenin, no hubieran tenido la trascendencia que alcanzaron como agitadores y cabezas visibles de sus movimientos políticos, sin la prensa. Y aquí en Ecuador, el mismo Espejo ¿acaso no fue perseguido por las autoridades coloniales, debido a sus cuestionamientos hechos públicos a través de la prensa a través de la cual difundía sus ideas? ¿Y Montalvo? ¿Y Peralta? ¿Y tantos y tantos periodistas que fueron apaleados, o sus imprentas "empasteladas" a manos de garroteros? Prohibido olvidar...
Es que en general, la prensa es el vehículo natural, por excelencia, para el debate de las ideas: hasta equivocándose, una prensa libre es garantía y expresión de la capacidad de disentir. Y sin esa capacidad, no hay pensamiento libre. Y sin pensamiento libre no hay democracia posible... Ergo, tacharla de corrupta para intentar descalificarla; y, bajo esa figura, descalificarla, es un atentado contra la libertad para verter opiniones, máxime si estas contrarían "la verdad oficial".
Correa mismo le debe su ascenso político al espacio mediático que supo ganarse desde esa misma prensa, a la cual ahora acusa de ser "el opio de los pueblos", o sobre la que ha elaborado la curiosa teoría -que más parece nacida de la mentalidad calenturienta de algún publicista desquiciado o resentido, antes que de un Estadista- de que la prensa quiere instituir un Estado de Opinión, para sustituir al Estado "de derechos" que proclama la Constitución de Montecristi. Todo porque informaron sobre el juicio al Crl. Carrión, o porque han dado cuenta de actos de corrupción, o porque no pueden ocultar los ataques de la delincuencia, o porque no aceptaron como únicos e inapelables los resultados del exit poll de los medios de comunicación gubernamentales. O simplemente porque cumplen con su deber de informar y opinar.
La prensa tiene un solo rol: es el único medio eficaz para construir ciudadanía. Imagínense por un instante lo que hubiese pasado en el País, si en vez de los medios independientes que a Dios Gracias, todavía existen, los ciudadanos nos hubiéramos enfrentados el 7 de mayo, a decidir nuestro voto teniendo como únicos insumos las noticias y opiniones de los medios que controla el régimen. Quizá entonces, y solo entonces, el SÍ habría ganado por goleada...
Defendamos a la prensa. No es lo mejor que tenemos, pero la prefiero con todos sus errores -y a veces con horrores- a tener una sola visión de los hechos, o a disponer de una opinión que responda únicamente al criterio ideológico de los que están en el poder. O, lo que sería insoportable, a tener una reedición del Gran Hermano, (no me refiero al que sabemos, sino a "1984", el libro de George Orwell, que ahora debe ser de lectura obligada para todos los que amamos la democracia)
Defendamos a la prensa independiente. Principiemos por decir que aun con sus omisiones y fallas, es preferible a la verdad oficial. Comencemos desde ahora. Después será muy tarde...
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