sábado, 7 de mayo de 2011

A partir de mañana

No voy ni a magnificar ni a minimizar la victoria del gobierno -que en verdad es del Presidente Rafael Correa y de nadie más- en la consulta popular de este 7 de mayo. Tampoco regatearé el tamaño del triunfo; porque así como en el fútbol gana el que hace más goles, en política triunfa quien obtiene más votos. Y a otra cosa...

Confieso que nunca esperaba a un Correa magnánimo -o mejor, por lo menos condescendiente- al evaluar el resultado. Pero tampoco esperaba ver a un Presidente lleno de tanto rencor en sus primeras declaraciones. Abrigaba la esperanza de que serenamente formulase un llamado a la concertación; a deponer pasiones; a reconocer que el único papel que, pasada la campaña le toca cumplir, es el de un Estadista asumiendo la responsabilidad que la mayoría del electorado le entregó, para ejecutarla con ecuanimidad, sin ningún vestigio de rencor contra sus adversarios, porque de eso se trata la democracia. Mas no fue así: continuó lanzando dardos cargados de veneno contra la prensa, en primer lugar; y contra sus opositores sin excluir a sus antiguos compañeros de ruta. Entonces la pregunta de fondo que deja planteada tal posición es preocupante: ¿hasta dónde está dispuesto el Primer Mandatario a polarizar al país?

Y este es el tema que se debe abordar a partir de mañana. Los 27 meses que faltan para completar su mandato, no pueden ser de eterna campaña electoral, porque hay cuestiones prioritarias que deben ser resueltas, incluso para crear el clima de confianza tan necesario a la implementación de los cambios en la función judicial, propuestos por el Presidente y aprobados en la Consulta. Un país escindido, no es el mejor escenario para ese fin.

A partir de mañana lo primero que debe hacer el Estadista Rafael Correa es limpiar el ambiente desordenado que el proceso electoral dejó. Poner la casa en orden. Esto significa, ni más ni menos, que definir la manera cómo aprovechará el país la gran infraestructura que está construyendo, porque -por ejemplo- ¿de qué servirá haber construido tan buenas carreteras, si la producción agropecuaria que podría movilizarse por ellas, sufrirá directa o indirectamente, los estragos de no tener acceso a mercados ampliados, como los de Estados Unidos y la Unión Europea? Claro, que mientras el precio internacional del petróleo se mantenga alto no hay mucho de qué preocuparse, (aunque la semana pasada ya registraron caídas los índices marcadores WTI); pero, ¿y si empiezan a derrumbarse de manera sostenida?

Limpiar ese ambiente desordenado, también equivale a frenar el centralismo desaforado, que ha tomado cuerpo en los últimos 4 años a guisa de recuperar la rectoría del Estado sobre la sociedad. Economista no neo liberal, como es Correa, debería advertir que hay una relación simbiótica entre centralismo y corrupción: cuando alcaldes, prefectos y asambleístas van a los ministerios a tramitar partidas presupuestarias o a conseguir ser tomados en cuenta en la planificación milimétrica de la SENPLADES, se va regando la semilla de "la esa", de "los billos" o del equivalente al IPRE dolarizado, abusando de las cataratas de la Contraloría o de la nula capacidad fiscalizadora de la Asamblea.

Ciertamente que si quisiera seguir con el entorno emponzoñado, a partir de mañana el Presidente Correa puede demostrar que no necesitaba de la Consulta para investigar el enriquecimiento privado no justificado. Debería pedir que se investigue cuántos altos funcionarios de su gobierno -para comenzar poniendo el ejemplo precisamente desde adentro- cambiaron de barrio, de casa y de carro a partir de 2007 hasta la fecha; o cuántos transformaron sus cuentas bancarias de magras en obesas, en tan corto período, sin que el sueldo se los permita. Entonces y solo así, podrá ambientar perfectamente el clima para las grandes transformaciones que el país espera ver en la justicia, poniendo del lado que él considera opositor a los corruptos, y del lado que él califica como amigos, a los otros.


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