Para convocar a la Consulta de mañana, el Presidente de la República ha utilizado como argumento mayor que su propuesta de "meterle la mano a la justicia"' es la única forma de resolver el grave problema de la corrupción judicial. Pero esa es una justificación utilizada por todos los presidentes de la República, cuando han querido intervenir en la función judicial; y el resultado ha sido siempre peor. O sea que el remedio agrava la enfermedad... Si hay alguna duda al respecto, revísese lo que ha pasado desde la última dictadura militar de los años 70, hasta la Pichicorte de Lucio Gutiérrez, pasando por el intento de la izquierda democrática en 1984, de tomarse al asalto la Función Judicial desde el Congreso, para someter a Febres-Cordero; a quien lo único que le quedó, fue rodear con tanquetas el Palacio de Justicia y obligar a que lo tomen en cuenta en el reparto de los jueces.
Pero en esa historia hay un lugar común: todos sin excepción han querido llenar a la Corte Suprema de sus jueces, y han dejado que las Cortes Provinciales sean pasto para satisfacer añejos apetitos de abogados, tinterillos y amanuenses que se disputan a dentellada limpia un cargo de juez provincial o cantonal o cualquier otro puesto. Lo único que han hecho con eso, es darle una vuelta más al torniquete de la corrupción judicial pero sin entrar a lo de fondo: la corrupción es del sistema judicial, no nace y termina con los jueces. Me explico:
La Función Judicial depende financieramente del presupuesto que entre la Asamblea Legislativa y el Ejecutivo, le aprueban y administran. Aquí se cumple aquello de que el que gira el cheque es el que manda. El problema se agravó con la Constitución de Montecristi, no solo porque cambió la forma de nominación de los Magistrados de la Corte Nacional de Justicia (recuérdese que uno de los productos de la "revolución" consiste en cambiarle el nombre a las instituciones, confundiendo, una vez más, las prioridades), sino porque pretendió trasladar esas nominaciones a la ciudadanía, a través del exótico Consejo de Participación Ciudadana. Cuando el Presidente Correa advirtió que por ahí no le iba a funcionar la cosa y que terminaría en las manos de sus aliados distantes que manejan tras telones a "ese lentísimo" Consejo, (y por añadidura al mediocre Consejo de la Judicatura), se valió del auge de la delincuencia para tomarlo como pretexto y, ¡zas! meterle la mano a la justicia. Bingo...
La corrupción del sistema judicial comienza en las comisarías e intendencias de Policía, sigue por los juzgados y tribunales y termina en las cárceles, incluidos los centros de "rehabilitación" para niños y adolescentes de conducta irregular. Si el gobierno quiere meterle la mano a la corrupción de la justicia, debe empezar por ahí. Mejor dicho, hace 4 años debió meterle la mano a todo ese intrincado sistema que tiene sus bases en comisarías, intendencias y cárceles, que están bajo su control. Sin ese caldo de cultivo, la corrupción de los jueces es controlable. (Por ejemplo, en el caso del Tránsito, el "endurecimiento" de las sanciones a los conductores, ha aumentado las cotizaciones que los corruptos vigilantes de Tránsito, curiosamente defendidos por el régimen, imponen so pena de citación)
No hay pues por dónde perderse. De ganar el Sí mañana, lo único que se verá en los próximos días, meses y años, será una proliferación descarada de la corrupción judicial. Choros y saltimbanquis se sentirán confiados en que no serán sancionados... A lo sumo, tendrán que robar más o cobrar más por sus crímenes a destajo -esto incluye a toda esa cáfila de agenciosos abogados, que patrocinan millonarias demandas- pero todo bajo la protección de la impunidad que la ley se encargará de proveer, por acción u omisión. Total, en la noche, todos los gatos son pardos...
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