¿Se siente usted representado por el Sr. Guadalupe?
Guadalupe es el Presidente de la Comisión Ciudadana de Selección, encargada del proceso de designación del nuevo Fiscal General.
Confieso que no sé si me causa más angustia que compasión, su mirada perdida detrás de los gruesos cristales de sus anteojos. Porque lo que logra transmitir este ciudadano en sus comparecencias públicas, no es sino la actitud de alguien que está ahí, para cumplir un papel que él exactamente no sabe qué es, ni a quién beneficiará, ni a cuántos perjudicará, ni lo que dejará sembrado en el proceso que la Revolución Ciudadana ha inventado para “despolitizar” las designaciones de funcionarios, que antes eran elegidos por la Función Legislativa. Es como la res que va al sacrificio…
Mientras escribo trato de recordar el nombre del Sr. Guadalupe. Y no logro traerlo a mi memoria. Y eso es lo de menos, porque basta saber su apellido para darse cuenta que el ensayo del denominado Quinto Poder, inventado por la Constitución de Montecristi, se encamina a ser un estruendoso fracaso.
Lo primero que salta a la vista de la gente común y corriente, es que por lo menos esa Comisión Ciudadana de Selección, no representa a quienes dice representar: a los ciudadanos. La democracia representativa se basa precisamente, en la certeza de que quienes actúan en los distintos órganos del poder público, lo hacen legitimados por el voto universal, directo y secreto de sus conciudadanos. Entonces las equivocaciones, errores y omisiones de esos representantes, son finalmente juzgadas a través de las elecciones, pues ahí ejerce la ciudadanía su inapelable veredicto.
Pero al señor Guadalupe y a su Comisión, ¿quién les pide cuentas? Al no contar con un mandato directo del pueblo soberano, tampoco están obligados a enfrentar el juicio de sus presuntos representados. Ergo, sus actuaciones son totalmente irresponsables.
Muy distinto era cuando las designaciones de Contralor, Fiscal General, Procurador del Estado, Defensor del Pueblo, o de los Superintendentes de Compañías y de Bancos, nacían de la Función Legislativa. Que entonces tales nombramientos eran muñequeados por la partidocracia, en maridaje con otro tipo de intereses, nadie lo duda. Pero esa era la excepción. Merecía apenas correctivos para asegurar la transparencia de la designación. Por ejemplo, que las ternas para dichos cargos salieran de propuestas del Ejecutivo, y fueran sometidas a audiencias de evaluación de los nominados, para examinar abiertamente sus méritos para ocupar las funciones a las que pretendían ser elegidos. Al final, los posibles errores podían ser corregidos y la opinión de la ciudadanía condenando un mal manejo de las designaciones, se expresaba en las urnas. Así funcionan las democracias.
Ahora, en nombre de la democracia que trata de instaurar la Revolución Ciudadana, el trámite para estas designaciones es embrollado; las calificaciones de los méritos de los aspirantes está sometida a lo que un aspirante a Fiscal denominó como feria de puntos; y lo más seguro es que cualquiera que salga elegido Fiscal General, quedará tan menoscabado, que difícilmente contará con la aceptación general de la ciudadanía. He ahí el resultado de la novelería del Quinto Poder…
Yo no me siento representado ni por el Sr. Guadalupe, ni por los demás miembros de la Comisión Ciudadana de Selección, peor por el Consejo de Participación Ciudadana, para elegir al Fiscal General, al Procurador, al Contralor y a todos los altos funcionarios del Estado que según la Constitución de Montecristi le corresponde designar. Hubiese preferido que lo siga haciendo la Función Legislativa. Al fin y al cabo, está integrada por verdaderos representantes de la ciudadanía, surgidos de un acto electoral libre.
Pero el señor Guadalupe…
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