viernes, 3 de junio de 2011

La arremetida

Al igual que Kirchner -y Chávez y Evo, cada cual en su momento- el Presidente Correa ha hecho de la prensa libre su objetivo mayor.

La arremetida contra EL UNIVERSO, apelando de manera burda a un caso ya juzgado, solo con el propósito manifiesto de sostener el sofisma de que es necesaria para la salud de la sociedad, impedir que los propietarios de medios de comunicación ejerzan otra actividades empresariales, demuestra que Correa está dispuesto a llevar su guerra personalísima con los medios de comunicación del país, hasta un punto sin retorno.

Pero, ¿cuál es la razón de fondo para que Néstor y ahora Cristina; Hugo; Evo y Rafael, demuestren tanta animosidad contra la prensa?

La respuesta es sencilla, pero tiene mucho condumio: todos ellos pretenden imponer la verdad oficial como la única fuente posible para referirse a la realidad. Ese es su común denominador. Cualquiera que intente apelar a una versión diferente del acontecer nacional, o haga una interpretación de fenómenos sociales que no se ajuste a los esquemas minuciosamente trazados para consolidar el poder hegemónico que buscan ejercer, es un disidente; y por ser tal, representa los valores que creen combatir; y, por lo tanto, le arrebatan su legitimidad.

Sobre esta razón de fondo hay que centrar el enfoque. Entonces no hay que dejarse arrastrar a la maniobra artera de presentar un acto empresarial -cualquiera- como una mancha descalificadora, útil en el cometido de arrebatarle autoridad y vocería a un medio de comunicación, porque esa será la trampa en la que enredarán el debate de la ley que tramitará la Asamblea para viabilizar lo que se aprobó en la Consulta Popular del 7 de mayo.

La cuestión de fondo es que Correa y sus asesores ya advirtieron que tal como plantearon las preguntas 3 y 9, el escaso voto favorable que obtuvieron al respecto no les permitirá hacer lo que desean: someter a la prensa independiente, incluso sobrepasando los alcances del mandato electoral. Someter a la prensa quiere decir impedirle que denuncie negociados; reducirle su capacidad de cuestionamiento y de investigación periodística para que sea algo así como la Comisión de Fiscalización de la Asamblea; y al mismo tiempo convertirla en instrumento intimidado -o sea, dócil- de intimidación social. Entonces para eso y solo para eso, han comenzado su ataque con virulencia, porque no quieren apostar en vacío. Me explico:

Si se legisla para prohibir que "las empresas de comunicación privadas, de carácter nacional, sus directores y principales accionistas, sean dueños o tengan participación accionaria fuera del ámbito comunicacional", se consumaría un acto legislativo de nulidad absoluta, pues tal norma vulnera garantías y derechos básicos establecidos en la Constitución, como el de la igualdad ante la ley: su vigencia daría a los medios públicos un tratamiento discriminatorio, en perjuicio de los privados. Esto también está prohibido por Acuerdos Internacionales de los cuales Ecuador es suscriptor. Y en cuanto a la creación del Consejo de Regulación prescrito en la pregunta 9, este tampoco es el problema: el problema reside en que Correa quiere convertir a ese Consejo en una dependencia suya. Tamaña pretensión el país no se la permitirá. Como tampoco se la permiten -otra vez- Acuerdos Internacionales.

Los asesores y funcionarios del régimen que son expertos en materia de guerra de comunicación, creen que no tuvieron todo el éxito electoral que esperaban el 7 de mayo, porque no fueron contundentes en atacar a la prensa y en especial a medios como EL UNIVERSO. Buscando esa contundencia es que se han lanzado a la tarea de escarbar en el juicio sobre la antigua Terminal Terrestre, sin importar los agravios que en el camino sembrarán. Tienen el apoyo del Presidente Correa, que no sabe por dónde descargar su frustración de mitómano, al no dársele la paliza de votos con que vaticinó derrotar a sus adversarios en la Consulta.

Y este es el nuevo capítulo de la guerra que librará -conforme lo anunció en su discurso de posesión presidencial- contra lo que ahora llama el "estado de opinión". En esa arremetida -al parecer- no dará ni pedirá cuartel. Al menos que la ciudadanía se mueva y le exija, apelando a ese vehículo eficaz de varias ruedas, que son las redes sociales, que se frene. Que se dedique a gobernar. Que en definitiva se olvide de sus guerras personales. Que deje la mitomanía. En fin, que asuma su rol de Estadista, (no porque sabe estadística, sino porque tiene que comportarse como un Dirigente del Estado ecuatoriano)

Pero de algo estoy seguro: la mayoría de ciudadanos no quedará cruzada de brazos, mirando cómo el poder hegemónico se consolida, incorporando a su lista de "medios públicos" a EL UNIVERSO.



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