jueves, 21 de julio de 2011

LA SOCIEDAD DEL SILENCIO

Si alguien tenía alguna duda sobre los efectos que traerá en la administración de justicia la concentración de poderes en el Presidente de la República, la sentencia del juez Juan Paredes condenando a los hermanos Pérez y a Emilio Palacio a tres años de prisión, y además, a pagar como indemnización US $ 10 millones a cada uno, más otros US $ 10 millones a EL UNIVERSO, evidencia que los días por venir serán terribles para cualquiera que se atreva a opinar cuestionando los actos del gobierno.

Lo primero que cabe advertir es que no hay en la historia reciente del Ecuador, un acto similar. El uso de la fuerza para intimidar y producir rápidamente un fallo contra los demandados por quien ejerce el poder supremo de la nación, es algo inédito; al extremo de que no ha existido ni siquiera el más mínimo recato por parte del juez, para por lo menos transmitir ante la ciudadanía la idea de que la sentencia no estaba dictada desde antes de que se produjera la audiencia del pasado martes. Es que Paredes ha procedido con tanta velocidad solo bajo el ánimo inocultable de actuar antes de que se venciera el plazo de su encargo como juez temporal. Ese encargo incluía, obviamente, la misión de condenar a los demandados. Únicamente para guardar las apariencias redujo a manera de concesión graciosa, el millonario monto reclamado como indemnización a la mitad. Eso no importaba: lo fundamental era producir el fallo. Y para ese fin ha usado las horas de la noche, trabajando febrilmente contra reloj...

Lo segundo que queda claro, es que los ecuatorianos enfrentaremos una justicia de bolsillo. Y eso no ha ocurrido ni en las peores dictaduras, por lo menos de las que se registran desde mediados del siglo pasado. Lo cierto es que teniendo el gobierno -como en efecto tiene- el control del Consejo de la Judicatura de transición; contando -como en efecto cuenta el gobierno- con un Fiscal General que le debe lealtad porque lo impuso en el cargo; y alcanzando -como en efecto está alcanzando- la subordinación del aparato judicial, tendrá todos los instrumentos para perseguir a sus adversarios, acallar a la prensa independiente, y encubrir actos de corrupción, como los denunciados en torno a múltiples contratos celebrados por representantes de varios organismos del Estado. Entonces prepárense para ver en los próximos meses, un desfile por las cárceles de periodistas, políticos, dirigentes gremiales y en fin de todos quienes constituyan una amenaza para la Revolución Ciudadana, mientras la delincuencia crece porque la justicia dedicará sus energías a los menesteres de mantener al país en silencio.

En efecto: con la sentencia dictada contra EL UNIVERSO, sus principales directivos y su ex editor de opinión, lo que el gobierno está construyendo es una sociedad del silencio, en la que prevalecerá únicamente la verdad oficial. Para ese fin habrá muchos jueces Paredes, ansiosos de ganarse la bendición del Consejo de la Judicatura y disfrutar de las migajas del poder que su funcional magistratura les permita alcanzar. Toca a la ciudadanía llenarse de paciencia y tomar nota de los desafueros, porque este tipo de regímenes, más temprano que tarde terminan devorados por los propios demonios que en sus afanes hegemónicos desatan.

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