jueves, 21 de julio de 2011

SICARIATO JUDICIAL

El Presidente de la República, Rafael Correa Delgado, ha dicho que en Ecuador existen "sicarios de tinta". Alude así -con bastante imaginación- a quienes desde la "prensa corrupta" denuncian actos de corrupción de su gobierno o discrepan de su versión política sobre el socialismo del siglo XXI.

Para combatir ese mal que tan machaconamente se lo endosa a la prensa independiente, Correa ha apelado nada más ni nada menos que a lo mismo que con tanta vehemencia critica, pero en una dimensión real: el uso de un sicario disfrazado de juez. Entonces al imaginario sicariato de tinta, le ha respondido con un real sicariato judicial. Es, ni más ni menos, como si una persona con delirio de persecución termine contratando a uno o varios sicarios para que maten a los fantasmas de los cuales se considera perseguido. El resultado será devastador: terminarán afectando a gente inocente a pretexto de que están exterminando aquellos fantasmas que solo quien los ha contratado puede sentir, oír, ver...

Pero vamos por partes. Los sicarios nacen en la lucha de los judíos contra la dominación romana. Y deben su nombre al uso de un puñal -la sica- con el que asesinaban por encargo y a cambio de una paga, al adversario de quien los contrataba. Entonces un sicario es un asesino a sueldo.

La tinta probablemente contribuya a lesionar honras, pero no a matarlas; pues publicar una noticia o una opinión basada en premisas falsas o en la adulteración de los hechos puede ciertamente herir al honor de las personas y causar un daño terrible a sus vidas; pero siempre hay la oportunidad de obtener una rectificación y de reparar lo que resultó afectado incluso apelando a la vía judicial. Pero eso no se compara ni de lejos, con el daño que un juez cualquiera pueda hacer, ejecutando por encargo a un adversario. Es lo que se ha hecho con EL UNIVERSO, con los hermanos Pérez y con Emilio Palacio.

Porque tener a un juez que en 33 horas lee un proceso de 37 cuerpos y escribe su fallo de 150 páginas, y luego -como si nada hubiera hecho- abandona el juzgado del cual estuvo encargado, es lo más parecido a quien prepara con enorme paciencia toda la celada para atrapar a su víctima, ejecutarla y mandarse a cambiar. La gran diferencia es que mientras los sicarios que matan a balazos o a puñaladas, evitan dejar rastros de sus crímenes, a
éste, que ha sido encargado de liquidar a los Pérez, Palacio y a EL UNIVERSO, para nada le preocupa que queden huellas de sus actos. Es más, se adelantó en anunciar por internet lo que estaba haciendo, como para que a nadie le quedara la menor duda de que cumplía su encargo con absoluta sujeción a lo que le impusieron quienes lo contrataron.

Coincido con el Presidente de la República cuando declara que el fallo del juez Paredes es "un hito histórico". Sí lo es, porque a partir de este miércoles 20 de julio de 2011, se ha inaugurado en Ecuador el sicariato judicial.

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