Comenzaré diciendo que Moreno -me refiero a Lenin, el Vicepresidente- nunca me había despertado un sentimiento de seguridad. Quizá mi actitud estaba condicionada por ese terrible prejuicio que suelen crear los segundones en el poder público, especialmente porque nunca se sabe si están o no realmente comprometidos con todo lo que hace el mandamás al cual tan obsecuentemente secundan, (por algo son vice) y, en consecuencia, si cuando proponen algo, están únicamente jugando un papel para engatusar y ganar tiempo en beneficio de los intereses ocultos del jefe, o para desgastar a sus adversarios, metiéndolos en un callejón del que no puedan salir, como el mate pastor en una partida de ajedrez.
Por ese prejuicio, muy poca importancia le he dado a las declaraciones y apariciones públicas de Moreno. Cuando contaba sus chistes en los pocos actos públicos en que he tenido la oportunidad de verlo, me recuerda la frase tan repetida de su gobierno: que con quien se debe hablar, es con el dueño del circo, no con los payasos. Y obviamente Moreno no es propietario del circo que Correa monta semana tras semana, en sus sabatinas...
Pero leyendo EXPRESO de hoy, me encuentro una entrevista con el Vicepresidente de la República, que contiene una propuesta audaz, plausible y -sobre todo- oportuna: parar la confrontación, o por lo menos bajar el tono del debate, y trabajar para construir un gran acuerdo nacional.
Mi primera reacción fue no perderme la sabatina, para escuchar la reacción de Correa: fue notoria. El Presidente de la República llegó cargado de más resentimientos, de mayores deseos de venganza, de repetir sus acusaciones, de exacerbar las pasiones contra los ricos; y en esos afanes -dicho sea de paso- hasta repitió unos peregrinos juicios de valor que semanas ha profirió sobre los Fundadores de Estados Unidos, con los cuales pretendió descalificar sus adhesiones a las filosofías de libertad y democracia, argumentando que habían defendido el esclavismo. (Según la original idea descalificadora correísta, Platón o Aristóteles no podrían hablar de democracia y república, porque también aludieron y hasta defendieron al esclavismo en sus tesis sobre política...)
Volvamos a Moreno: en la entrevista con José Hernández publicada hoy, propone una actitud "generosa" de los actores políticos. "Desde el comienzo manifesté que hay una tarea pendiente: hacer una alto a la confrontación, reunirnos, ponernos de acuerdo en grandes objetivos nacionales y después continuar si se quiere con la confrontación política". Moreno ha hablado con visión de estadista. Le ha dado una lección a Correa, tal vez porque es 10 años más viejo que el Presidente, según él mismo señala. Y agrega: "Debemos definir qué tipo de educación queremos para nuestros hijos. Las obras básicas prioritarias. ¿Qué es lo más importante? ¿Hacer carreteras grandes o de segundo orden que no tienen la vistosidad pero dan más utilidad a los campesinos para sacar sus productos? En economía, se habla de que se viene una crisis. Veamos una política nacional frente a la crisis"
Lean la entrevista. Yo todavía me siento un poco sorprendido, como cuando usted mira el espectáculo circense de un encantador de serpientes. Y pienso: ¿Será acaso Moreno, la cuña del mismo palo que nos ayude a salir de todo este embrollo en que nos metió Correa en los últimos 4 años? Aunque él declara que se retira de la política al terminar su mandato en 2013 -"(¡pondrás que ya no voy a ser candidato!)" le dice a Hernández- no sería mala idea hacer dos cosas de inmediato: tomarle el guante; hay que promover el Acuerdo que propone. Es una tarea que deben empezar ya, los sindicatos, los maestros, los empresarios, las agrupaciones cívicas, los partidos políticos. Todos, sin excepciones. Háganle saber a Lenin Moreno que su propuesta no cae en saco sin fondo. Y luego, una vez construido ese Acuerdo, pídanle que se quede en el gobierno, para que se encargue de ejecutarla.
No me crean ingenuo para pensar que con Moreno todo marchará sobre ruedas. (Es solo un decir). Pero hagamos el intento: total, es la mejor alternativa para Correa, porque no hay mejor cuña que la del mismo palo...
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