miércoles, 28 de septiembre de 2011

El mito del 30-S

La receta fue aplicada exitosamente por Fidel: sin el episodio de Bahía de Cochinos, ocurrido en abril de 1961, hubiese sido difícil consolidar la revolución cubana dándole al poder castrista una concentración que se legitimaba con el fin superior de proteger a la revolución de los embates contra revolucionarios orquestados desde Miami, ya entonces convertida en centro de operaciones del exilio. Y de ahí surgió el mito: un país pequeño que resistía a los embates del imperialismo yanqui, expresado en el bloqueo cuya vigencia ha servido para justificar el fracaso económico de más de medio siglo de revolución socialista. Y un gobierno socialista que decide sobre el bien y el mal, sin ningún límite legal, solo amparado en el recurso de que los buenos son los revolucionarios y los malos son todos los demás. Y a los malos se los encarcela, se los mata, o se los margina del sistema. Y a los buenos se les da todo y de todo...

41 años después, Hugo Chávez utilizó la receta gracias a la intentona fracasada de un golpe militar (¿autogolpe trazado como una trampa para cazar a sus adversarios?), a partir del cual se sacó la careta de demócrata, y se colocó la otra que le viene mejor para los fines de dominación que encarna su proyecto: el socialismo. Para fabricar su mito, Chávez entonces no tuvo reparos en ubicarse como uno de los aliados políticos de las FARC -llegando hasta a plantear que se las reconozca como "beligerantes"; y en ese esquema, armó un show contra el gobierno de Álvaro Uribe, con reiteradas ofensas al que era ministro de defensa colombiano, el actual presidente Santos- y paseó su anti imperialismo por el mundo, a veces bajo la aprobación de quienes veían en este bufón no una amenaza a la estabilidad política, sino como un contrapoder para obligar a Estados Unidos a volver su mirada a esta parte del continente. Chávez, al igual que los hermanos Castro, usa el poder para perseguir, intimidar, y expropiar, a quienes considera sus enemigos; mientras protege de cualquier escrutinio a sus amigos. Ha construido su mito -ahora reinventado por su enfermedad terminal- para asegurarse de que ganará las elecciones próximas y se perpetuará en el poder encaramado en su socialismo.

En Ecuador, Correa no tenía un hecho que le permitiera construir su propio mito. Los videopatiño o los comecheque, o los contratos de Fabricio, eran -son- meros episodios que apenas pueden ser reputados a producto de la prensa corrupta. Pero nada más. ¡Hasta que apareció el 30 de septiembre! Todos los hechos han sido armados al estilo de "1984", el libro de Orwell, para crear una verdad oficial. Una verdad incontrastable. Una verdad apabullante. Como si todos los ecuatorianos no hubiésemos estado de una u otra manera presentes en el origen y desarrollo de los acontecimientos. Como si lo que vimos en tiempo real hubiese sido una falsificación de la realidad.

En el 30-S el equipo de comunicación de Correa ve la oportunidad de crear una historia que coloque al país en pie de lucha para respaldar a PAIS, el movimiento político que gobierna a Ecuador. Y empiezan a construir el mito, a pesar de las evidencias. A pesar de la realidad de los hechos. El traidor es señalado con el dedo. El autor del presunto magnicidio es simplemente acusado y sentenciado, incluso no obstante de que los jueces a pesar de las presiones, lo declaran inocente. Los articulistas son perseguidos por cualquier cuestionamiento que formulen respecto a los orígenes y alcances de la rebelión policial: no fue rebelión, dicen los hacedores de la verdad oficial, fue un Golpe de Estado; no fue solo un Golpe de Estado, aseveran los otros, fue un intento de magnicidio; no fue que Correa llegó a meterse al Hospital de la Policía para que lo rescaten, fue que lo secuestraron, aunque haya entrado ahí por sus propios pies, aunque entre las causas para enjuiciar al que era Director del Hospital, está la acusación de haber intentado impedir su ingreso al Hospital donde dice que fue secuestrado!!

Este viernes se cumplirá un año de la rebelión policial. Yo siempre sostuve que no era más que un chapazo. Porque de haber sido Golpe de Estado, ¿dónde están los beneficiarios del crimen? ¿quiénes eran o quiénes son? ¿dónde están sus planes conspiradores? En un año no han podido, los hacedores del mito, presentar una sola prueba objetiva, real, creíble, del golpe o del magnicidio. Apenas han creado hipótesis, tan artificiosamente construidas, que solo confirman lo que todos sabemos: el 30 de septiembre de 2010 apenas fue un vulgar chapazo. Una rebelión de los chapas. O, para decirlo mejor, un acto de indisciplina que muchos policías -desde la tropa hasta los oficiales- se vieron obligados a cometer, para defender lo que consideraban y siguen considerando, como sus derechos irrenunciables.

No hay mito. Esa es la pura y simple verdad...

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