El ciudadano Rafael Correa dedicó todo un día de su ejercicio como Presidente de la República, a asegurarse de manera directa y presencial que la Sala Segunda de lo Penal de la Corte Provincial de Justicia de Guayas, resuelva a su favor el juicio que le ha planteado a Diario EL UNIVERSO, sus directivos y su ex editor de opinión, y por el cual espera no solo acallar por intimidación judicial a la prensa independiente de su gobierno, sino obtener de todos cuantos se atrevan a discrepar con su visión de gobernante, millonarias indemnizaciones que -con el precedente sentado por el inefable Juez Paredes- no podrían ser por menos de 40 millones.
A esa aventura de intimidar a la justicia, llevó todo un aparataje policíaco-militar, al que se sumaron ministros y altos funcionarios de su régimen, como para que a nadie le quede la menor duda de que se trata -nada más ni nada menos- que de un "asunto de Estado" el que persigue como ciudadano, el Presidente Correa.
Pero mientras eso ocurre, los ciudadanos seguimos viendo cómo, las bandas de delincuentes asaltan y roban a plena luz del día; cómo se acaban de farrear en un acto de inaudito bicicleteo financiero al ingenio Ecudos; de qué manera los ensayos que a guisa de revolución se están implantando en la educación, ya cobran su primera víctima en la persona de un adolescente quiteño; de las miserias del sistema de salud pública, no obstante los millones de dólares que se han dispuesto dizque para mejorar la atención en los hospitales del Estado... Y lo peor: se va a aprobar en la Asamblea Nacional una ley que bajo el pretexto de regular la "posición dominante del mercado", permitirá a la burocracia meter sus manos y garras -así, como una inocentada, conforme se lo hizo con la justicia- en las decisiones de los individuos de vender y comprar.
Si en algo estoy de acuerdo con el Presidente Correa, es que lo de EL UNIVERSO debe terminar ya. Y debería terminar simplemente archivando ese caso. Hay cosas mucho más importante que la ciudadanía debe atender. Por ejemplo, frenar esa injerencia que con total falta de pudor se comete sobre la justicia, apelando a "caretucadas" que causan tanta indignación, como las que protagoniza el abogado Yávar, miembro del trío encaramado para satisfacer los deseos de "justicia" del Presidente Correa, desde ese artificioso Consejo de la Judicatura de Transición. Nunca el país había visto tanta desvergüenza para manipular jueces y procesos judiciales. Nunca.
Y el efecto que causa toda esa maraña de maniobras para sentenciar al Diario y a sus directivos, es letal: el asaltante, el narcotraficante, el sicario, el violador, el asesino; en fin, todos quienes hacen del crimen su modus vivendi, tienen claro que la justicia en Ecuador es manipulable; y que esa manipulación será más efectiva mientras más cerca se esté del poder. Esta realidad que se la ha atribuido a la "partidocracia", no ha cambiado en nada con la revolución ciudadana; al contrario, se ha agravado. Entonces de nada sirve proclamar que se cambiarán jueces y se reformarán los procesos para eliminar la corrupción judicial, porque lo que queda claro hasta ahora es que los encargados de ejecutar esos cambios y reformas, han caído en las mismas prácticas que pretenden corregir.
Hay que parar este proceso de distracción para exigir al gobierno que se dedique a gobernar, a los asambleístas que se dediquen a legislar y fiscalizar; y a la justicia para que no permita ser utilizada con fines de intimidación política y de sometimiento a la opinión pública. Propongo que desde el próximo martes 20, el miércoles 21 y el jueves 22 de septiembre, los ciudadanos vayamos a las calles, al Palacio de Justicia, a nuestros barrios, para decirle al gobierno que ya estamos hartos de tanta fanfarria, de tanta prepotencia, de tanto mal uso del poder, de tanta persecución, de tanta falta de garantías para vidas y propiedades. Que ya basta de estas maniobras de distracción, para que los ciudadanos no pidamos cuentas de los actos del gobierno.
Si no lo hacemos -y rápido- estos seguirán creyendo que nos han engañado, que nos tienen distraídos, que nos han visto la cara de bobos, que no nos damos cuentas de sus andanzas, que seguiremos embelesados, como creyendo a rajatabla en sus mentiras...
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