sábado, 15 de octubre de 2011

La Revolución Ciudadana: ¿Estatua de sal?

Una de las interpretaciones aleccionadoras sobre el episodio bíblico de la mujer de Lot convertida en estatua de sal, es que al pasado hay que superarlo.

Y superarlo no quiere decir relegarlo al olvido, sino todo lo contrario: extraer lecciones de los acontecimientos para corregir lo que se tenga que corregir y perseverar en lo que se deba perseverar. Ergo, mirar al pasado así sea únicamente con el fin de observar con natural y humana curiosidad los efectos de un terrible castigo, termina convirtiendo a quien lo hace, en estatua de sal...

Y en eso se está convirtiendo el gobierno de la Revolución Ciudadana: en una estatua de sal.

Me explico: Por mirar al 30-S para construir el mito de "su lucha revolucionaria", el Presidente Rafael Correa Delgado ha transmutado todos los referentes de su gestión gubernamental a una falsa simbología del 30-S. De pronto un "chapazo", es decir una actitud de insubordinación pura y simple de la tropa policial acantonada en el Regimiento Quito, con la probable anuencia de cierta oficialidad, (anuencia quizá por acción y/u omisión, valga la pena precisar), ha pasado a convertirse en el alfa y omega de la verdad también pura y simple.

Entonces todos los ejes de la gestión pública, del discurso oficial, del alineamiento de las fuerzas políticas, de la acción de los grupos sociales, de la actividad parlamentaria de legislar y fiscalizar, e incluso de las relaciones internacionales, pasan por un solo punto: la interpretación de los hechos del 30-S. Si se acepta la visión del régimen y de su líder, todos quienes así proceden son patriotas y honrados; si no se acepta o por lo menos se deja un ligero margen para la duda, todos quienes así proceden son antipatriotas y corruptos, la prensa no oficialista incluida.

Es cierto que el país avanza. Se construyen carreteras y puentes de hormigón, aeropuertos de capacidad mediana; y hasta se haría obra pública "por compasión" en las capitales de provincia, según los conceptos de telenovela de la Ministra Duarte; pero todos esos avances quedan supeditados al cada vez más tenebroso recuerdo del 30-S. Tanto lo es, que hoy, precisamente hoy en su cadena sabatina, el Presidente Correa ha revelado que tiene en sus manos un video de más de una hora de duración, de cuyo examen se advertiría incontestablemente que en la noche de su rescate del Hospital de la Policía actuaron francotiradores con el fin de asesinarlo. Pero ha pasado un año y 15 días de esos hechos. Y por lo visto, a pesar de todos los juicios incoados, hasta ahora no se termina de revelar la totalidad de testimonios en que se basaría la teoría del magnicidio.

¿Pasará el gobierno otro año machacando y machacando con lo del 30-S, "el día en que triunfó la democracia"? Me aventuro a creer que sí, porque lo que quiere el régimen y sus "hacedores de imagen & comunicación" es sacarle rédito electoral a lo que comenzó como un acto de indisciplina, que luego se desbordó en una insubordinación -porque se perdió el mando en la Policía, desde cuando el mismísimo Presidente de la República concurrió al cuartel y se expuso a la acción frenética de los insurrectos- que terminó con un rescate televisado que todo el país consternado miró incrédulo. Lo que quieren los publicistas de Correa es tener su propia "playa Girón", al igual que Chávez la obtuvo con el fallido golpe que más bien lo afianzó en el poder de Venezuela.

Pero el 30-S ya es pasado. Detenerse a contemplar los fulgores de las balas disparadas desde y hacia el hospital de la Policía con su secuela de muertos y heridos, es convertirse en la mujer de Lot. Detenerse a buscar sanciones a guisa de impedir la impunidad, y pretender que el país entero se distraiga de resolver las urgencias que tiene que resolver -una de ellas la inseguridad pública- es condenar a los ecuatorianos (y a las ecuatorianas, para hablar en la jerga del socialismo del siglo XXI) en estatuas de sal.

¿Usted lo aceptará?



No hay comentarios:

Publicar un comentario