Esta noche es Noche Buena, y mañana Navidad... Así recuerdo los anuncios de las fiestas de recordación del Nacimiento de Jesús, en mi niñez. Luego -exactamente a finales de los años 70, en pleno boom petrolero- la prioridad comercial fue desplazando la recordación a un mero pretexto.
Yo no critico ni rechazo ese rumbo, porque al final de cuentas si eso que se llama el espíritu navideño sirve por lo menos para hacer un alto a sentimientos egoístas o para disimularlos, en buena hora: ese paréntesis demuestra que en el alma todavía hsy espacio para un instante de solidaridad con el prójimo, para un poquito de amor, para una sonrisa, para la nobleza de los sentimientos humanos. En fin, para ver el futuro de la especie humana con optimismo.
El desafío es volver estos momentos en un gesto constante y no en una actitud de excepción. Ahí está la verdadera razón de la Navidad; es decir de recordar el nacimiento de Jesús. Al igual que en Semana Santa, no basta recordar el martirio de Jesús en el Gólgota con sentido escatológico, sino valorar el cambio trascendental que sus seguidores promovieron en la sociedad occidental, para darle a la humanidad una visión universal de la Fe y la Libertad, incluso a pesar de las hogueras que prendió la Inquisición.
Esta noche es Noche Buena. Y mañana Navidad. Un abrazo para todos
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