viernes, 20 de enero de 2012

Algo que me enseñó mi papá...

Recuerdo que cierta vez le hicimos una broma de mal gusto a un señor García, a quien en Sucre le apodaban "Resortes", por su parecido a un cómico mexicano de los años 60 del siglo pasado.

La broma consistió en pegarle un anuncio que publicaba El Universo ofreciendo la venta de resortes para uso mecánico y que lo recortamos para ese propósito. La pegada fue con una goma espesa que mi papá, Segundo Pedro, solía hacer para "remendar" billetes que de maltratados literalmente se caían a pedazos.

García tuvo la ocurrencia de pasar saludando a papá por la tienda, antes de ir a una sesión del Comité de Padres de Familia de la escuela que regentaban las Mercedarias en Sucre, 24 de Mayo, Manabí. Y mientras conversaba, con la cómplice ayuda de alguien que se prestó a la broma, se le adhirió a la espalda el recorte. Y García se fue con tan ilustrativo mensaje impreso pegado en su espalda, para delicia de los cncurrentes a la sesión, quienes coroeaban el apodo que ostentaba.

Al día siguiente el hombre se quejó con mi papá.

Segundo Pedro no dudó de esa queja y le dio disculpas por el mal rato que había pasado, así como por la pérdida de su camisa, que se rompió cuando García -seguramente furioso por las burlas- intentó arrancarle el aviso pegado.

Pero cuano esperaba una reprimenda, nada me reprochó. Quiso que lo acompañara a subir cuando íbamos a merendar. Eran tiempos muy difíciles esos de los años 60 en Sucre. Una inclemente sequía afectaba a la agricultura; y la gente empobrecida, se confeccionaba camisas utilizando unos sacos de tela estampada en que llegaba envasada la harina. Esa era la camisa del Sr. García.

Segundo Pedro no me preguntó si yo tenía alguna responsabilidad en el caao. Solo me dijo, mientras se apoyaba en mi hombro para escalar los peldaños, que ni siquiera el ser más miserable de la tierra merecía que se lo expusiera a una burla dañándole la ropa. "Peor si está jodido. Ahora ese pobre hombre ha perdido una de sus camisas; lo cual es más grave porque la situación está para comerse la camisa", me dijo en tono severo pero cariñoso, deslizando una de sus bromas basada en ingeniosos juegos de palabras, que algunos de mis hermanos le han heredado hasta perfeccionar ese arte.

El alcance de la lección me marcó. Yo la resumo así: no hay que burlarse del que está en desgracia; peor si esa burla afecta no solo a su dignidad, sino hasta a su camisa. A veces he sorprendido a mi temperamento burlón en trance de cometer algo reprochable, similar a lo que le hicimos al Sr. García. Y a mi mente llega el recuerdo de esas frases dichas, mientras subíamos las escaleras de la casa familiar en Sucre.

Hoy he recordado esta anécdota, a propósito de que en esta fecha cumple 36 años de muerto.

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