Desde hace tiempo vengo sosteniendo que el Presidente Correa es víctima de la hybris, aquel terrible mal que los griegos atribuían a la desmesura en que caían los hombres, cuando por gozar del poder llegaban a creerse invencibles. Y hoy, después de ver la sabatina grabada ayer, he llegado a la conclusión de que incluso su lenguaje facial, configura que está poseído de la hybris.
Porque si no es así, entonces ¿cómo explicar esa imagen de matoncito, pretendiendo combatir así la matonería que atribuye a otros? Esto es inadmisible para un Estadista. Talvez sería explicable en un dirigente estudiantil. Quizá hasta deseable en el líder de algún sindicato.
Pero que un Presidente Constitucional de la República, llame cobarde a su adversario ocasional que ahora es legislador y antes su alumno boy scout, según reveló; y que en un rapto incontenible de iracundia lo desafíe a través del programa oficial de información de su gobierno, a buscarlo dizque para ver quién es más valiente, con el fin de enfrentarse "uno a uno", desborda toda norma elemental de comportamiento respetuoso para con sus conciudadanos que cualquier Jefe de Estado tiene la obligación de observar.
Si mal no recuerdo, en alguna parte leí que Idi Amín, el extravagante dictador africano, solía cometer esos desafueros.
Yo creo que envalentonado por el "triunfo" que le otorgaron sus jueces, el Presidente Correa va por otra pieza mayor. No es, ciertamente, Roche su objetivo. Es Nebot. Lo va a buscar. Y para eso, tomará como pretexto el monumento a Febres-Cordero, que no es que no quiere que se le levante uno, sino que él quiere que se lo erija en el lugar y el sitio que a él le parezca aceptable.
Buscará a Nebot porque después de la prensa y los periodistas, necesita maniatar al único político con capacidad de convocatoria para enfrentarlo. No hay en el país otro que Nebot. Y así como Chávez usó en Venezuela a la justicia para perseguir a un opositor por el delito de tener su casa decorada con pieles de animales salvajes y guardar varios vehículos en sus garajes, así mismo Correa perseguirá a Nebot por atentar al patrimonio de La Planchada en las Peñas. Y lo hará con la satisfacción de algunos guayaquileños.
Los griegos decían que la desmesura provocada por el poder, o la hybris, era una forma de locura con que los dioses castigaban a los ambiciosos para que ellos mismos se destruyesen, como castigo a su orgullo, a su soberbia, a sus afanes de prevalecer humillando a los demás. El castigo para estos extravíos era la némesis, que los obligaba con dolor a regresar a su condición original de seres respetuosos de los demás. O sea, a recuperar la condición humana...
¿Será Correa la víctima moderna de los dioses? ¿Tendrá su némesis en castigo a su desemsura?
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