El temible invierno de Rusia ha derrotado ejércitos tenidos por invencibles, como el de Napoleón en 1812, y el de Hitler en 1941. Es precisamente al emperador francés a quien se le atribuye haber achacado la responsabilidad del fracaso de su invasión a Rusia, al General Invierno.
Claro, Bonaparte señalaba este factor climático como causante de lo que fue el principio de su final, porque se creía invencible. Solo el crudo frío de Rusia pudo hacer mella irreparable en sus legendarias tropas, que hasta antes se habían paseado entre vítores por Europa.
Y con Hitler la cosa no fue diferente en 1941. Cuando su ejército se replegó diezmado luego de llegar a Moscú para solo hollar escombros, debió reconocer amargamente que el invierno era el causante del fracaso de sus máquinas de guerra, que hasta entonces parecía imposible de vencer.
Guardando las distancias, en Ecuador de estos días nadie parece con capacidad para detener la poderosa maquinaria electoral de Rafael Correa Delgado. Pero el general invierno -como llamamos aquí a la época de lluvias- se está encargando de hacer el trabajo que la oposición no puede cumplir: mostrar ante la opinión pública que si algún cambio ha hecho la Revolución Ciudadana en 5 años, es precisamente no cambiar nada.
Y en efecto, nada ha cambiado. Antes más bien, la situación tiende a agravarse. Lo de Chone es, por ejemplo, inaudito: casi toda la ciudad está a pique. Otros cantones manabitas incluyendo Portoviejo, están pasando por un trance similar. En Guayas, Los Ríos, El Oro, y algunas provincias de la serranía, se han perdido cultivos y con ellos, muchas oportunidades de producción agropecuaria, lo que hace presagiar que habrá un período de carestía que se expresará en mayor inflación. A este panorama añádase la pérdida de infraestructura por la caída de puentes y la destrucción de carreteras de hormigón.
En plena campaña electoral, el panorama para el régimen no se pinta halagador. Para paliarlo, de partida tiene que tratar de atender a todos por igual, sin dar preferencia a gobiernos Seccionales por sus afinidades políticas con las perspectivas de obtener réditos en votos. Y eso es muy complicado, especialmente porque no puede comprometer el equilibrio que necesita demostrar al momento de repartir recursos.
Todavía la complicación es mayor porque luego de las inundaciones vienen las enfermedades. Y el sistema de salud pública da síntomas de estar gravemente enfermo a pesar de las emergencias y de los miles de millones de dólares destinados a mantenerlo. (¿Alguien se acuerda de los carísimos hospitales móviles? ¿Dónde están?) Y la reconstrucción de carreteras de hormigón y puentes no es tan fácil como coser y cantar; entonces el descontento será de todos...
Yo recuerdo que El Niño de 1982/83 fue el mejor aliado de Febres-Cordero para derrotar a Borja tan rotundamente aquí en la costa, porque los electores vieron a esa candidatura de origen serrano como la culpable en parte del desastre causado por las lluvias. Y en El Niño de 1997/98, la gente pensó que bastaba la promoción de Mahuad como el que "sabía hacerlo", para confiarle la presidencia una vez que se la birlaron a Alvarito, esperando que arreglara todo el estropicio causado por las aguas, sumado el terremoto que afectó a Bahía. Mahuad no perdíó, pero ganó de manera tan precaria, que por su ineptitud no pudo conjurar la crisis financiera y el país quebró.
A ellos -circunstancias más, circunstancias menos- los derrotó el General Invierno. Ahora dicen los expertos que estas lluvias no son de El Niño. Pero el desastre que están causando se sospecha demoledor. Tanto que puede ser el General que derrote a Correa, dependiendo para ello de encontrar un líder que capitalice en votos, la furia de la naturaleza.
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