sábado, 28 de abril de 2012

Derrotar al mito

Yo creo que para derrotar a Correa basta con derrotar los mitos que ha construido.

El primero de esos, es el de la partidocracia. Levantó el mito con el apoyo de un sector de la misma prensa que ahora califica de corrupta.

Pero hay que recordar que la partidocracia fue la que le permitió irrumpir en la vida política nacional y finalmente pasar desde la cátedra al ministerio de finanzas (de un gobierno -el de Palacio- que fue prohijado por lo peor de la partidocracia); y luego, gracias a que parte de esa partidocracia le allanó el camino -por la repulsa cuando no el odio, que genera Alvarito- llegó a la Presidencia de la República.

Apenas le bastaron 2 años para construir con eficacia el mito que lo encaramó a la más alta magistratura del Estado. Y, prohibido olvidar, durante los 5 años de su gobierno ha estado rodeado de quienes fueron en su momento altos funcionarios de los regímenes de la partidocracia. (Doris Soliz, Yvonne Baki, Alexis Mera, Jorge Marum, los hermanos Patiño, etc. etc. etc.)

Y sin embargo, nadie le recuerda esa realidad ni siquiera cuando despotrica contra Paco Vivanco -el director del diario La Hora de Quito- por haber sido subsecretario de Febres-Cordero; ni cuando ataca a los miembros de una Comisión de Veedores, como "infiltrados" de Lucio.

El otro mito es el de la corrupción. Correa usa la lógica del arranchador que sale corriendo con su víctima al grito de: cójanlo, cójanlo... Seguro de que así confunde a la policía y a los parroquianos, que terminan protegiendo al ladrón y vituperando a quien ha sufrido el despojo. Pero la corrupción existe. Si no existiera corrupción, Cuero y sus comisarios no habrían hecho lo que supuestamente han hecho. Si no existiera corrupción, no habría Juan Paredes, ni Chucky Seven, ni la justicia yavarizada. Si no existiera corrupción, no existirían los chalecos de Antón, ni los comecheques. Etcétera. Ese es el mito que hay que derrumbar. Hay que decirle todos los días a los ciudadanos que la corrupción no nace de la prensa; que esta solo comunica los hechos; que por informar de la corrupción la prensa no es corrupta.

Por ejemplo, hay que analizar las estadísticas del gasto público para advertir cómo ha crecido el volumen de los sueldos pagados a la burocracia en los últimos 5 años. Y se podrá evidenciar hacia dónde va la asignación de recursos del Estado, bajo el manto de la obra pública: va orientada a crear una organización social dependiente del gobierno de turno, como administrador de los recursos del Estado. Ahí, en ese análisis se puede desmontar el mito de la eficiencia del Estado que Correa dice haber recuperado. Ese mito se basa en los obsoletos conceptos del Estado de Bienestar, cuyo fracaso clamoroso causa tanta desesperanza social en España, Grecia y Portugal... por ahora.

Hay otros mitos. Como los que nacen de sus trasnochadas teorías económicas. Pero son mitos que hay que derrotar. Si se los desbarata con paciencia, armando los argumentos que sirvan para el efecto, sopesando cada uno de los hechos con el fin de encontrar sus coherencias y consistencias, y sobre esa base evidenciar todas las formas de torcer la verdad que el régimen acostumbra a usar. Si se los desbarata con paciencia -digo- se acabará el mito.

Y acabado el mito, derrotado Correa. (Es como decir, muerto el perro, terminada la rabia) Hay que derrotar el mito. Esa es la fórmula

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