La fiscalización legislativa y administrativa es una de las formas más eficaces de ejercer el control político. Esto es válido en todos los regímenes, tanto parlamentarios como presidencialistas, incluso en los de tipo mixto. Y es uno de los sistemas de pesos y contra pesos que la democracia ha logrado crear para evitar que el sistema degenere en autocracia.
Desde su llegada al poder, Rafael Correa ha colocado de manera sistemática minas a la tarea de fiscalización. Y lo hizo invocando su odio contra la corrupción que le endilgaba a la partidocracia. Con eso se ganó la complacencia de la mayoría de ecuatorianos, incluido un sector "antiderechista" de la prensa. En verdad la ciudadanía estaba hastiada de los shows mediáticos que con regularidad protagonizaban determinados legisladores, a guisa de denunciar y denunciar
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