Sí. Así me sentí esta mañana mientras veía la entrevista que Lenin Artieda le hacía a la Ministra María Fernanda Espinosa sobre el "ascenso" a general del Ejército que el gobierno de la Revolución Ciudadana le otorgó post mortem a Eloy Alfaro Delgado.
Primero consternado. Porque causa pena, o sea consternación, advertir lo poco preparado que en esta materia, resultó ser Artieda: al parecer ni siquiera había establecido un calendario para cotejar las fechas de los documentos oficiales que tenía en su poder, con las aseveraciones que con desparpajo hacía la ministra, tratando ella -sí, ella dizque apoyada por historiadores- de desfigurar la historia, incluso volviéndola plana en el calendario: puso la negativa de Alfaro de recibir el grado de General en 1883, al mismo nivel de 1895, para restarle validez a un Acuerdo del Consejo de Ministros de dicho año, que le confirió el grado de General de Brigada, (que era el máximo que se conocía en la jerarquía militar de aquellos días) a Alfaro. O sea, negó invocando una renuncia de 13 años atrás, una resolución tomada válidamente en 1895.
Y Lenin, cuya obligación de periodista consistía en precisar fechas y validar con ellas, los respectivos documentos que contradecían evidentemente las aseveraciones de la Ministra Espinosa, prefirió hacer de tonto..., creo. Entonces dejó que la Ministra jugara alegremente con la historia, como lo hacía el Gran Hermano en el libro de Orwell, (cada vez este gobierno revolucionario me recuerda más, al descrito en esa novela: "1984")
Y me sentí turbado cuando comprobé que el régimen tiene la paciencia de una hormiga para construir sus mentiras. Esto incluye un guión repetido: si alguien apela a la verdad con el fin de evitar el fraude, entonces pertenece a sectores retardatarios, enemigos de la revolución. No hay más en el esquema maniqueísta del régimen. O estás con la revolución y por lo tanto aceptas todos sus dichos, canciones y proclamas como verdades irrebatibles; o estás en contra de la revolución y eres un apestado contrarrevolucionario. (En Cuba los llamaban "gusanos"; en Nicaragua, "contras" y en Venezuela "hijos de yankees")
Pero el problema no es de ellos. El problema es de nosotros. Parodiando una canción de Arjona el problema no es que mienten, sino que les creemos o no decimos nada para evidenciar el engaño. Esto turba a cualquiera...
Y me sentí más turbado (incluso en la acepción que resulta del vocable hablado), cuando la Ministra Espinosa, con una caretuco espectacular dijo: "En esta ocasión, Alfaro desde cualquier constelación luminosa en la que se encuentre habrá aceptado de corazón esta designación (de General del Ejército) que le hace el gobierno de la Revolución Ciudadana".
¡Qué desparpajo! Como para sentirse más turbado
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