sábado, 2 de junio de 2012

El modelo exitoso de Guayaquil

El Presidente Correa ha cuestionado nuevamente el modelo "exitoso" de desarrollo de Guayaquil, para achacar a la administración del alcalde Jaime Nebot, los efectos de la pobreza extrema de los barrios marginales de la urbe. Estos efectos incluyen deficiencias en los servicios públicos, que son más notorios en la recolección de basuras, en el mantenimiento de las calles, y en la dotación de centros de abasto de víveres.

Es claro que las expresiones de Correa anticipan el tono de su campaña electoral en Guayaquil. Su estrategia se centrará en atacar a Nebot. Para ello, no dudará en atribuir a los 20 años de gobierno cantonal social cristiano todo lo malo. Y desde esa premisa, se presentará como el abanderado de todo lo bueno que en contrapartida, pueda prometer. El éxito de tamaña estrategia no residirá en cuestionar al alcalde, sino en deslegitimar al "modelo".

Claro, hacer de Nebot el blanco de sus ataques y ofensas no sería rentable electoralmente hablando, porque de todas maneras las encuestas enseñan que el alcalde goza de una excepcional aceptación en la ciudadanía. Por eso la artillería estará dirigida al "modelo". Y el propósito central será sembrar dudas respecto a quienes han sido presuntos beneficiarios del mismo, y quienes son los indudables perjudicados. Es decir, poner en un lado de la medalla a los pobres, y en otra a los ricos.

De manera que para el elctorado guayaquileño la conclusión sonará tan incontenible como un estornudo: no se está pidiendo el voto por el candidato o la candidata a la alcaldía que postule Rafael Correa, sino por la continuidad o no del modelo de desarrollo que se aplica desde 1992 y que -según afirma el Presidente- ha creado más pobreza. Incluso, para esos fines, Nebot es un buen alcalde, y hasta inteligente... Lo malo es el modelo de desarrollo que ha consolidado en los últimos 12 años.

La trampa ha sido minuciosamente estudiada. Veamos: si Nebot mantiene su decisión de no correr para una tercera reelección, no habrá quien pueda defender políticamente el modelo, porque tal actitud equivaldría a asumir el costo de corresponsabilizarse por la supuesta creación de mayor marginalidad que se le atribuye. Y si Nebot decide reelegirse, se le dirá que no es a él a quien se lo cuestiona sino a los resultados de "su" modelo...

Toca a los guayaquileños defender el modelo, que no consiste en otra cosa que defender a Guayaquil para evitar que retorne a lo que fue hace 20 años. Hay que recordar, por ejemplo, que las calles del centro de la ciudad eran verdaderos muladares, no solo donde se acumulaban los desechos, sino que sobre sus aceras se vertían aguas servidas. Hay que recordar cómo era el Malecón, a todo lo largo de la orilla: sitio en el que se apreciaba desde interioranos lavando sus ropas, hasta una legión de lava-carros, apostados en los parterres para dar cuenta de todo vehículo que se acercara por esos lugares. Hay que recordar cómo era el Malecón de El Salado, y sus áreas aledañas. Hay que recordar cómo eran los mercados de la P.P. Gómez, o el Mercado Central, o el Mercado del Sur (hoy convertido en atractivo turístico junto a las Peñas y el Cerro Santa Ana).

En fin, hay que buscar en los medios de comunicación de esa época -señaladamente entre 1980 y 1992- material gráfico para testimoniar el estropicio que era Guayaquil. Y compararlo con lo que es ahora. Hay que mostrar de dónde salieron las invasiones en los últimos años, y evidenciar si hay o no pierinazgos en las mismas, buscando minar la tarea de ordenamiento territorial que emprendió el municipio desde Febres-Cordero hasta ahora.

De esos contrastes se evidenciará cuál es el modelo de Guayaquil actual: pasar de ser una ciudad desorganizada, tomada por vendedores ambulantes que no respetaban -a guisa de ejercer el derecho sagrado de ganarse la vida- mínimas normas de convivencia urbana, a otra con cierto ordenamiento en la ocupación de la vía pública y, sobre todo, relativamente limpia. (También hay que recordar cómo los sindicatos de los trabajadores de Aseo de Calles, ultrajaban a los habitantes de la ciudad y al propio municipio)

No hay más vueltas que darle. Lo que decidiremos los habitantes de Guayaquil en las próximas elecciones de Alcalde, no es si se mantiene o no un modelo como lo juzga Correa. Lo que decidiremos es si votamos por regresar a un pasado de caos urbano, de irrespeto a la ciudad y a sus habitantes, o si votamos por seguir progresando, por corregir las deficiencias de los servicios públicos, por mejorar la calidad de vida de la ciudad.

Esa decisión no puede ser tomada para darle gusto a Correa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario