sábado, 25 de agosto de 2012

¿A quién quiere engañar el Sr. Presidente...?

A propósito de la cada vez peor relación del Presidente de la República con la opinión pública, es conveniente hacer por lo menos dos reflexiones básicas:

La primera es preguntarse quién es el que insulta, se burla y hace escarnio público de los ciudadanos, cada sábado, a lo largo de 3 horas. Hoy el Presidenbte de la República, Rafael Correa Delgado, ha convertido a Alfredo Pinoargote en el objeto de sus burlas, a guisa de responder varias opiniones del periodista. Y lógico, frente a esa conducta, cualquiera se cree autorizado a intervenir también insultando.

Es -con las diferencias de rigor- como cuando una persona está en medio de una gresca callejera: casi sin darse cuenta, si no se pone a prudente distancia, termina envuelto en el battle royal, incluso si eventualmente ejerce alguna autoridad. Este símil explica por qué twitteros, blogeros, y usuarios de otros medios electrónicos de opinión, utilizan esos espacios para insultarlo, para descalificarlo, participando así en ese inédito y descomunal battle royal que el Jefe de Estado ha montado desde 2007.

Y entonces, cuando recibe insultos, el Presidente Correa apela a su condición de autoridad, para ordenar a sus subordinados del poder judicial y de otras áreas administrativas, que investiguen y persigan a quienes -aceptando la implícita invitación a usar lenguaje violento que él, sábado a sábado formula- lo han atacado.

Lo mismo ocurre con la prensa que él denomina corrupta... Me apena escuchar sus arengas para que nadie compre los diarios, a los cuales -según dice- nadie les cree porque no sirven ni para madurar aguacates. Y sin embargo gasta tanto tiempo y recursos en atacar a esa prensa. Y sin embargo, se queja porque esa prensa no publica lo que él quiere que la prensa -corrupta y todo- publique sobre las obras de su gobierno. Mi pena es porque pienso: si ya nadie le cree a la prensa, ¿qué sentido tiene quejarse por lo que publica o deja de publicar? Si ya nadie le cree a la prensa ¿para qué gastar recursos y tiempo, incluso para pedir a los ciudadanos que no la compren?

Pero lo más grave de esta situación es que denota no solo una mala relación del Presidente de la República con la prensa -casi sin excepciones, la llama "mercantilista"- que no está controlada por su gobierno, sino que ha extendido esa mala relación a la prensa internacional.

Este enfrentamiento recién le pasará factura cuando se retire de la política. En cualquier tribunal de Europa -y recuérdese que piensa vivir en Bélgica- podrá procesarlo. Ese riesgo es innminente. Recuérdese, por ejemplo, que la rancia realeza europea ha podido sobrevivir siglos, con un sistema de mutuas concesiones con los líderes políticos "plebeyos". Y que las dinastías se deben favores. Bélgica es un reino, vinculado por viejos lazos al resto de las familias reales de Suecia e Inglaterra.

El Presidente Correa va llevando el cántaro al agua tantas veces, que pronto puede rompérsele. Y en esa ruptura tendrá mucho que ver su mala relación con la opinión pública interna y externa. Entonces no debería quejarse de los efectos que esa mala relación generen sobre su presente y futuro. En vez de avivar los enfrentamientos, tiene la obligación de volver a la cordura, para apaciguarlo. Porque lo seguirán vejando en la medida que él siga también burlándose de sus adversarios.

El que da recibe, dice una viejo proverbio. Al presidente Correa le gusta dar. Pero se queja cuando le toca recibir, y entonces busca acallar a quienes no piensan como él.

Si quiere jugar a ese juego del battle royal, que no se queje. Porque de lo contrario, ¿a quién quiere engañar?

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