Los gringos llaman doble estándar a la actitud de juzgar los hechos ajenos con la rigurosidad que no se usa para los propios. Es lo equivalente a lo que entre nosotros se conoce como "doble moral".
La Revolución Ciudadana ha usado y abusado del doble estándar en sus 5 y más años de gobierno. Lo hizo desde muy temprano, primero con los pativideos (¿alguien los recuerda o pasaron al olvido con Quinto Pazmiño?); y luego con tantos hechos, que van desde el comecheque hasta las flamantes propiedades de don Pedro en la Florida, pasando por la narcovalija.
No son hechos aislados. Son parte de un diligente entramado cuyo objetivo final es confundir el sano juicio ciudadano para discernir entre lo políticamente correcto y lo administrativamente incorrecto; entre lo ético y lo inmoral; entre lo justo y lo injusto; entre lo idealmente desable y lo materialmente posible; entre la ineficacia de lo utilitario y la eficacia de lo meramente declarativo, para autovictimizarse y conseguir adhesiones fervorosas. Etcétera.
Y en verdad que si algún cambio trajo la Revolución Ciudadana, fue el de revolucionar (salvada sea la redundancia) los conceptos para juzgar como malo en otros, lo que para ellos es indiscutiblemente bueno. Por eso es que "el proceso" despierta tanta admiración -según de manera reiterada lo señala el mismísimo presidente Correa- en el mundo, donde estudiosos de todos los niveles lo analizan maravillados.
Los casos emblemáticos de estos días son el de Assange; el Pacto con los Abdalá -padre, hijo más nuera y nietecitos incluidos-; y las firmas chimbas de los partidos políticos. Los tres tienen un denominador común: al final de cuentas se impone la voluntad suprema de RCD y de su RC. Pero esta voluntad se impone luego de haber engatuzado a sus contrapartes con una serie de razonamientos cuyo objetivo final es rendirlos para que acepten como válidos, todos sus argumentos; y para que, en contrapartida, renieguen de todas aquellas posiciones que contradigan dicha voluntad.
Assange ha recibido asilo porque es un paladín de la Libertad de Expresión que aquí en Ecuador se practica gracias al gobierno de Rafael Correa y a pesar de lo que diga la prensa corrupta; los Abdalá son "basura política" que no merecen respuesta alguna, no obstante de que algo de esa basura fue útil para defenestrar inconstitucionalmente a 57 diputados, con el fin de ejecutar la RC; y la partidocracia es culpable de todas las firmas falsas utilizadas para inscribir a los partidos políticos en el Consejo Nacional Electoral, incluyendo las que fueron presentadas con los mismos vicios de falsedad por Alianza País, pero solo en este caso y nada màs que en este caso, las firmas adulteradas de Alianza País son producto de error y no de corrupción.
Doble estándar.
Esta gente en el gobierno está convencida de que los ecuatorianos somos tontos de capirote. Que a ellos les basta sonreír y ningunear a sus adversarios o simplemente a quien los contradiga, para que la mayoría de ciudadanos terminemos dándoles la razón, convencidos de que RC y sus muchachos, son los únicos buenos que luchan contra todos los demás que son malos.
Y que entre esos malos está la justicia de Suecia y la justicia de Inglaterra.
O sea que en el doble estándar la justicia ecuatoriana es "buena" porque es capaz de premiar a jueces sospechosos de cometer entre otras linduras, una sentencia -chuckyseveneándola o confirmándola- contra la libertad de expresión; premiándolos, insisto, con su inclusión en la nómina de los felices integrantes de la Nueva Justicia inaugurada por un Consejo de la Judicatura nombrado por el Presidente de la República para meterle la mano a la justicia, concursos de por medio...
Y la justicia sueca es mala porque los suecos se hacen los suecos.
Y la justicia inglesa es mala, porque los ingleses son flemáticos.
Doble estándar...
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