domingo, 16 de diciembre de 2012

Pláger

Pláger es Dévora. Y Dévora Pláger, devoró al presidente ecuatoriano en la entrevista que le hizo durante su última visita a Argentina.

Ojo con esto último: quien lo entrevistó no fue una periodista de una televisora privada que, por ser tal, podría resultar sospechosa de responder a los intereses de la prensa "corrupta con fines de lucro" que Correa tanto aborrece. No. Dévora Pláger es entrevistadora del programa de noticias de C5N, un medio público, de la Argentina domminada por Cristina Kirchner.

Dévora, muy guapa ella, lo entrevista desde el Hotel Alvear. Dévora, muy guapa y muy sagaz ella, le inquiere sobre varios temas. Correa muy tenso él, responde sin ocultar fruncimiento. Rafael muestra un lenguaje facial que denota fastidio, especialmente cuando Dévora le pregunta sobre temas para los cuales él tiene una versión invariable en sus respuestas: todo se debe a la preeminencia perversa de los intereses del capital, por encima de los factores humanos.

Dévora y Rafael están en un mano a mano. Ella serena, inconmovible. Él a todas luces incómodo. La sonrisa que luce Correa no le ilumina el rostro. Al contrario, se lo ensombrece.

La entrevista abordó varios asuntos: desde el comercio exterior hasta la dolarización, pasando por la Ley de Medios de Argentina y las equivalencias que Dévora le quiere buscar a la situación de Ecuador, incluyendo una referencia a Emilio Palacio -para quien Correa cree que debe tener asilo, pero en un manicomio- y a sus peculiares conceptos sobre las leyes de difamación, incluyendo alguna referencia a Assange.

En este punto es notorio que el presidente ecuatoriano pierde ecuanimidad. Se exalta. Su discurso -casi como un soliloquio- no esconde para nada la carga de odio que lo motiva. Y Dévora lo devora con un silencio breve pero prudente, como para dejarlo posicionar en su invectiva, todas las parrafadas anti imperialistas que pueda articular.

La entrevista va a terminar. Dévora considera que debe preguntarle sobre sus relaciones con Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní. Y Rafael siente que le han tocado la fibra más sensible de su correa... Se agita. Frunce más la frente. Hasta intenta tomar el papel de entrevistador, buscando responder mejor los cuestionamientos de Pláger. Y ella, sabe que se lo ha devorado.

Precisamente porque sabe eso, Dévora Pláger trata de poner fin a la entrevista.

Mas Rafael Correa no quiere cerrar el capítulo sin decir él, la última palabra.

Dévora le suelta la perita del postre: usted sabe que para los argentinos el tema de Irán es muy sensible, le acota. Y Rafael, dominado por una ira difícilmente reprimida, termina diciendo lo que dijo: trata de establecer una equivalencia entre las muertes del bombazo a la sinagoga en Buenos Aires, con los muertos en los bombardeos que la OTAN hizo a Libia.

Yo he visto la entrevista, no una, sino por lo menos 5 veces... La última, antes de escribir este blog. He atendido a todos los detalles. Y he usado un procedimiento de observación de su lenguaje facial y corporal mientras respondía al interrogatorio de Pláger.

Mi conclusión es que no ha sido descontextualizado. Mi conclusión es que Correa respnde a Dévora Pláger en el conexto que él mismo ha fabricado: su odio a Estados Unidos, al imperialismo yankee. Y el papel que cree tener de ser con Chávez, uno de los sucesores de Fidel y aliado importante de Ahmadineyad.

Dévora Pláger lo dervoró a Rafael Correa. ¿De qué se queja? ¿De qué contexto lo sacó?

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