2013 será sin duda, un año "recortado" por la vorágine electoral.
Me explico: de haber segunda vuelta, la campaña se volverá más intensa entre dos candidatos (¿Correa vs. Alvarito?; ¿Correa vs. Lucio?; ¿Correa vs. Acosta?; ¿Correa contra "el que sea..."?). Esto durará hasta el 7 de abril.
Pero si todo sale conforme a lo planificado por Alianza PAIS, el asunto concluirá el domingo 17 de febrero. Y de ahí a otra cosa: a planificar las alianzas legislativas, para asegurarle un tercer mandato consecutivo al Presidente de la República. En la historia de Ecuador será el único primer mandatario que alcance esa marca y, de completar su período, habrá ejercido el poder por 10 años consecutivos.
La clave de la cuestión política está en las elecciones legislativas. No veo a Alianza PAIS con capacidad electoral para ganar una abrumadora mayoría legislativa, entendiendo por abrumadora, la de captar los dos tercios del total de la bancada. Y soy pesimista respecto a que logren poner más de la mitad de asambleístas. Es que precisamente en ese rubro le pasará factura su fraccionamiento en la sierra y en la amazonia.
En la sierra, los grupos que giran alrededor de la izquierda anti correista, incluyendo la rama ortodoxa de la CONAIE, se decantarán por los candidatos que impulsen el MPD y los demás grupos que apoyan a Alberto Acosta. Y en la amazonia, este respaldo irá con más fuerza hacia los gutierristas. En la costa, la presencia del PRE le permitirá repartirse escaños con Madera de Guerrero-la 6; con el PRIAN; y con el gutierrismo. Pero en todos los casos, no habrá hegemonía del correismo.
Es que una cosa es la presencia totalizadora del candidato-presidente, con su facultad intacta para ofrecer, dar y quitar. Y otra, la actividad local del día a día, de los líderes locales y regionales -pequeños y grandes caciques, a su manera- que esperan ejercer su influencia el mismísimo día de las elecciones: en algunos casos se resignan a que el elector vote por el candidato presidencial, pero asegurándose eficazmente de que el voto para la legislatura les favorezca.
Con legislatura adversa o sin mayoría sólida, Correa sentirá que el poder ya no es un todo compacto, como para ignorar por ejemplo a la Asamblea y hacer como hasta ahora, escarnio de su facultad de control político y de fiscalización. Entonces buscará el atajo de la muerte cruzada. Creo que una vez instalada la Asamblea, no se diluirá en negociar, porque advertirá que el temor que generaba se habrá desdorado en medio de escándalos tipo Delgado o narcovalija o de cualquier otra índole, que saldrán y saldrán a la luz pública, acicateada por las investigaciones cada vez más punzantes de la prensa independiente.
Por lo dicho, no creo que 2013 será un año fácil en la política. Y por ende, tampoco lo será en la economía, porque la inestabilidad seguirá retardando las decisiones para realizar inversiones productivas. Y con un salario básico que con beneficios sociales superará los US $ 5.000 anuales, no habrá muchas plazas de trabajo disponibles. (Las pequeñas y medianas empresas serán las que con mayor rigor sientan esta subida salarial. Y serán las que contraigan de manera más dura su oferta de empleo)
Paradójicamente, si se quisiera crecer a un ritmo similar o superior por la menos al de 2012, el marco ideal estaría en que gane Correa con mayoría legislativa manejable, incluida. Porque entonces seguirá -hasta que la cuerda del precio del petróleo le alcance- la política económica de estimular desde el sector público el consumo; y de darle para este propósito, preferencia a las pequeñas y medianas empresas en contratos con el gobierno.
Pero, como se ve, que ocurra cualquiera de los dos escenarios -con sus inefables tonos grises- es pedirle demasiado al nuevo año.
Y entonces, ¿qué espera usted de 2013)
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