domingo, 14 de julio de 2013

El poder de la retórica o la retórica del poder

A los griegos se les atribuye la "invención" de la retórica.  En resumidas cuentas, se trata del arte de "hablar bonito" con el objetivo de convencer a los demás, para que apoyen iniciativas de distinto propósito y contenido. Algunos historiadores sostienen que el abuso de los ejercicios retóricos por los políticos devino demagogia.

En Roma, Petronio censuró a los cultores de la retórica ("El Satiricón"), acusando a quienes la enseñaban, de matar la elocuencia que los jóvenes requieren para la eficacia de sus comunicaciones porque la convirtieron en "música inútil y vacía, haciendo juego de palabras de modo que la oratoria se ha convertido en un cuerpo sin fuerza y sin vida"

La retórica es un recurso que nació cuando los seres humanos lograron sistematizar su capacidad de comunicación. Los más importantes líderes de la humanidad han sido reconocidos por el uso de la retórica.  En Ecuador, por ejemplo, Velasco Ibarra, Raul Clemente Huerta, Camilo Ponce Enríquez, Carlos Julio Arosemena, Otto Arosemena -para citar unos pocos- fueron maestros en el arte de la oratoria.

Pero a medida que los políticos fueron convirtiendo el arte de comunicarse con los ciudadanos en una práctica de tarima -baile y canto incluidos- potenciada por recursos mediáticos y las opciones masivas que ofrecen las redes sociales, la capacidad para hablar bonito fue sustituida por la de usar un lenguaje que sistemáticamente linda con la procacidad.  Este no es un fenómeno solo de Ecuador.  Lo mismo se ve en Latinoamérica, Estados Unidos o Europa.

El problema es que obliga a los políticos a un doble lenguaje: uno para comunicarse con las masas y otro, para manejar en reserva los asuntos del Estado.  Entonces la retórica  es arma de doble filo:  no hay una línea divisoria exacta para determinar si los políticos están actuando por el poder de la retórica o porque son parte de la retórica del poder.

Me explico: en el caso Snowden, por ejemplo, nadie puede dudar que tras la retórica anti imperialista que reivindican públicamente Venezuela, Ecuador y Nicaragua, la defensa de los derechos humanos                                   -y de la libertad de pensamiento y de información- es lo de menos, porque en la intimidad de sus gobiernos, esos derechos son los que mayores conflictos les han generado...

El discurso de Maduro, Ortega, Correa, Fernández de Kirchner y Morales apela al poder de la retórica para -exitosamente- convencer a un importante sector de sus conciudadanos respecto a la legitimidad de su defensa al derecho a la libre información,  violentado por "el imperialismo".

Pero casa para adentro, ellos han sido protagonistas de actos contrarios a ese derecho, porque según la retórica del poder, deben defenderse "de los poderes mediáticos" y de la prensa mercantilista... La misma prensa sin la cual Snowden no le habría servido a su encendida retórica.

Por ese camino, le van quitando elocuencia a su discurso.  Al punto que  -como decía Petronio hace más de 20 siglos- convertirán su retórica anti imperialista en "música inútil y vacía".

Y aunque hablen bonito no se salvarán de caer en la demagogia.


No hay comentarios:

Publicar un comentario