No debió ser fácil para el presidente Correa entregarle a Nebot -y en verdad a Guayaquil- el manejo de su destino portuario. Y no debió ser fácil por tres razones fundamentales:
La primera, es que toda la retórica desplegada por el Presidente sobre el manejo del puerto de Guayaquil, no alcanzaba a ocultar que una de sus motivaciones primordiales en el tema, estaba inspirada por su afán de arrebatarle el control portuario a quienes él califica y descalifica por ser parte de "grupos de poder" de la derecha guayaquileña. Y como bien le refutó el Alcalde, el puerto de Guayaquil está manejado por Autoridad Portuaria; o sea, por el gobierno.
(Pero yo si alcanzo a entender esa motivación presidencial. Es, sobre todo, ideológica. Correa cree que la oligarquía guayaquileña está vivita y coleando a pesar de sus 6 años y medio en el gobierno. De lo que no se ha dado cuenta es que mucha de la peluconería que él dice combatir y odiar -cualesquiera que sean las causas del terrible resentimiento social que refleja esa postura- está vivita y coleando en su gobierno. Y a esa se suman los nuevos ricos que han surgido desde la mismísima entraña de la revolución ciudadana, que lo primero que hacen es ir a vivir a Samborondón, sin ruborizarse)
Entonces tuvo que tragarse sus razones ideológicas para aceptar que sea el municipio de Guayaquil quien se encargue del dragado del puerto y de la zona de Posorja.
La segunda razón por la que no debió ser fácil ceder en este debate, es que seguramente fue advertido por sus asesores de que sin querer queriendo, ha consolidado la imagen de Nebot como el único político con capacidad para enfrentarlo exitosamente. Y si el Presidente de la República seguía empecinado en su postura de llevarse el puerto más allá de los límites cantonales de Guayaquil, iba a conseguir el rechazo mayoritario de la población, que lo castigaría en las urnas. El punto es que con este precedente, los Alcaldes de otras ciudades como Quito, Cuenca y Manta, no serán perdonados por sus electores cuando opten por agachar la cabeza y acatar dócilmente las órdenes del Primer Mandatario. Entonces pueden sentirse envalentonados y rebelarse contra el poder presidencial. Sería como el principio del fin de la hegemonía que le ha permitido obtener tanto éxito desde el poder.
Y la tercera razón es todavía más dolorosa: revela que Correa no podrá sacarse la piedra en el zapato que le significa el modelo de desarrollo exitoso de Guayaquil, sobre el cual tanto sarcasmo ha derramado... Tendrá que entender que sin Guayaquil será imposible consolidar el "socialismo del siglo XXI" que proclamó como la única alternativa viable a la "larga noche neoliberal". Burla burlando, el modelo se le va agotando... (me salió en verso, sin esfuerzo)
Correa ha perdido. Los triunfadores son Guayaquil y Nebot. (Y Ecuador, en resumidas cuentas)
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