Generalmente se dicen los buenos.
Y se omiten los otros.
Pero casi siempre tenemos presente que la entrada de un nuevo año no es más que una convención para agregar y desagregar el tiempo, porque la vida con su secuela de instantes felices y tristes, es una sola... Y lo único que queda es la Esperanza. (Incluso la muerte tiene forma de Esperanza cuando pensamos que nuestro ser amado partió hacia el más allá, para gozar de la Vida Eterna)
Entonces, al final de cuentas, lo que celebramos cuando terminamos un año y le damos la bienvenida al siguiente, es exactamente eso: la renovada oportunidad de esperanzarnos.
Esquilo, en Prometeo Encadenado, dice que el desafío a los dioses que le valió el terrible castigo al Titán, fue haber puesto en los mortales "ciegas esperanzas" además de haberles concedido el fuego.
Y fuego y esperanzas son los elementos con que celebramos sucesivamente la finalización y el inicio de un año. De una u otra manera, es lo que expresamos en el abrazo afectuoso con el que acompañamos a nuestros familiares y amigos -contemplando la hoguera bulliciosa la noche del 31 de diciembre de cada año- mientras deseamos felicidades.
Que tengan un buen año
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