lunes, 16 de agosto de 2010

ROBERTO CANTORAL

 

Acaba de fallecer en México el Maestro Roberto Cantoral, seguramente una de las últimas figuras míticas del bolero. Del bolero de los 50 del siglo XX, que ya con personalidad propia adquirida por el paso de los años, se proyectó vigoroso, generación tras generación, como el amor que las originó arrulladas por esa conjunción maravillosa de voces y guitarras.

Y sigue arrullándose, creo yo, porque ¿quién no ha soñado con implorarle al reloj que no marque las horas, cuando el ser amado -ayer, hoy y siempre- está para partir o simplemente para quedarse?; o ¿quién no ha sentido aquello de no concebir que la distancia es el olvido, porque seguirá siendo cautivo de los caprichos del corazón del ser amado?

Cantoral fue con sus composiciones la encarnación del CANTO amoroso. Y él mismo -con los inolvidables "3 caballeros"- le dio un toque mágico a la interpretación del bolero. Porque se puede ser brillante compositor, pero no tan buen intérprete. Y el mexicano era las dos cosas. Mientras escribo esta breve nota, me acompaño con un disco de los "3 Caballeros" con la voz del Maestro.

Un buen amigo observaba con cierta sorna que los jóvenes de hoy no podían decir lo que es estar enamorados, si no habían podido estrenar su amor al compás de un bolero... Y no le falta razón.   Pero los jóvenes -mutatis mutandis- practican su romanticismo de otra manera; es un romanticismo cibernético, en el que comparten sus vivencias y sus caprichos a través del facebook ora subiendo y etiquetando fotografías, ora intercambiando comentarios, algunos de ellos con una contundente lógica de grafitis. Y sin embargo, los he visto reaccionar emocionados ante un bolero que -como los que compuso Cantoral- contenga esa especie de predicción según la cual "cuando la luz del sol se esté apagando/ y te sientas cansada de vagar/ piensa que yo por ti estaré esperando/ hasta que tu decidas regresar"

De Cantoral se escribirá muchísimo. Del bolero, mucho más. Ambos son en cierto sentido, parte del Canto a la Vida.

Empleo y desarrollo tecnológico

 

Al parecer a mayor desarrollo tecnológico las oportunidades de empleo se vuelven más selectivas y, por lo tanto, marginan a quienes no tienen la preparación adecuada para desempeñarse en puestos de trabajo que requieren mejores niveles de educación. 

Esta es una realidad que no puede ser desestimada.  Es que ahí donde aparece una máquina con mayor capacidad para ejecutar de manera autónoma una serie de tareas reemplazando el trabajo manual, también emerge el fantasma del desempleo.

Pero en contrapartida, este riesgo inminente debe llevar al sistema educativo a encontrar respuestas rápidas para que los niños y jóvenes se familiaricen con el uso de las nuevas tecnologías de producción, poniéndole énfasis a impartir conocimientos que capaciten a las nuevas generaciones en el manejo de instrumentos de producción modernos. 

Así por ejemplo si se preparan mecánicos torneros, su entrenamiento debe incluir lo mejor del estado del arte en esta materia, de manera que los jóvenes reciban preparación adecuada en el uso de máquinas que incorporan procedimientos computarizados desde el diseño y producción de las piezas que entran al torno o a cualquier otra máquina-herramienta.

Esto es válido para todas las ramas del saber. Máxime cuando la producción está cada vez más involucrada con procesos cuyos componentes responden al conocimiento y aplicación de a la tecnología de información.  Curiosamente, no solo se requiere para este fin de conocimientos fundamentales en las denominadas ciencias duras, como matemáticas, física, química y biología; sino que también demanda entrenar la mente de los educandos para tener acceso a fuentes de información relacionadas con ciencias sociales, economía y administración. 

Quienes están por integrarse a la población en edad de trabajar, tienen que encontrar por su propia cuenta toda la información que los ponga al tanto del estado del arte en materia de tecnologías de la producción.  Caso contrario estarán condenados a lo que se ha denominado analfabetismo informático y por lo tanto, tendrán opciones muy limitadas de empleo: actividades elementales como limpieza, mensajería y otros servicios similares, que por lo general no tienen buenas perspectivas salariales.

La cuestión se resume en un desafío: cómo crear trabajos de “calidad” que respondan a las exigencias del desarrollo tecnológico y que sean a su vez bien remunerados; y cómo evitar que los estratos de la población que no tienen acceso a una educación de avanzada, terminen perennizando económicamente la marginalidad educativa a la que fueron condenados de manera consciente o inconsciente.

¿Podrá el socialismo del siglo XXI tener una respuesta contundente y eficaz a este problema o, para no enfrentarlo, se dirá que es consecuencia del neoliberalismo?

viernes, 13 de agosto de 2010

MERCADO VS. ESTADO

Una de las más socorridas mentiras con que la demagogia suele atacar en materia de economía, consiste en presentar al mercado como una creación "capitalista" donde confluyen individuos con ánimo de beneficiarse perjudicando a otros. Según ese criterio, los beneficiarios siempres tienen a su haber no solo un desmedido afán de lucro, sino también el respaldo factual de su poder económico y político, ejercido con la complicidad de quienes dirigen al Estado. Ergo, un Estado débil implica un mercado en libertinaje, donde se impone la ley del más fuerte bajo el principio de dejar hacer y dejar pasar...


Pero la realidad no es esa. Para empezar por el principio, mercados siempre han existido desde que el hombre comenzó a practicar el trueque: entregaba determinados bienes que tenía en exceso a cambio de otros que necesitaba. De ahí nació la inderogable ley de la oferta y la demanda. Cuando se inventó la moneda como medida de valor de los bienes que se transaban, el mercado dejó de ser una ocasional oportunidad para adquirir unas cosas entregando otras, para convertirse en un lugar de concurrencia de ofertantes y demandantes.

Los problemas surgieron más bien cuando el Estdo -alentado generalmente por intereses de los políticos- empezó a tener injerencia sobre el mercado, determinando qué tipo de bienes y en qué montos podían ser ofrecidos y comprados. Claro que también la moral y las costumbres, impusieron prohibiciones y penalizaron la compra-venta de ciertos productos, como los estupefacientes, por ejemplo. Mas esas son excepciones, cuyo riesgo real justifica la intervención del Estado limitada a lo que se llama la preservación del Bien Común.

El Estado es el primer beneficiario del mercado. De la intensidad de las transacciones puede obtener mayores ingresos por los tributos que pesan sobre estas operaciones. Entonces, bajo una óptica estrictamente utilitaria, no puede haber primariamente ninguna contradicción entre Estado y mercado.

El mercado también se beneficia del funcionamiento adecuado del Estado, en tanto sea árbitro confiable y en cuanto tenga la capacidad para hacer respetar los contratos. Estos papeles naturales, le prohíben al Estado ser jugador. Por ejemplo, si la ley sanciona la existencia de monopolios privados, no puede el Estado ejercer en el mercado nínguna actividad económica con estas características, porque entonces se convierte en un jugador privilegiado.

El mercado no es pues creación capitalista. El mercado antecede al capitalismo. O, para decirlo mejor, el Estado es una realidad de la que ningún sistema sociopolítico puede escapar, incluso los socialistas. Esto es tan cierto, que el socialismo "real" de la Europa del Este se derrumbó estrepitosamente ante su impotencia para sustraerse del dinamismo de los mercados.

Quienes hacen de la abolición del mercado su principio ideológico rector -bajo cualquier eufemismo, como decir verbigracia, que el Estado debe ser amo y no vasallo del mercado- terminan consagrándose a desentrañar los secretos de su funcionamiento y mueren enmarañados económicamente en su ley más simple: la de la oferta y la demanda.

domingo, 8 de agosto de 2010

Martí, Bolívar, Alfaro...

¿Se ha puesto usted a encontrar el hilo conductor que une a las revoluciones de Cuba, Venezuela y Ecuador? Hágalo. Es un ejercicio interesante.


Martí fue el líder de la lucha de independencia de Cuba. Cuando Fidel y los revolucionarios del Movimiento 26 de julio asumieron el poder en la Isla, hace ya 51 años, utilizaron la figura histórica de Martí como elemento aglutinante que les permitió -detrás de la lucha "anti imperialista" que se le atribuyó- maquillar eficazmente la posición marxista de los revolucionarios. Pero Martí nunca fue marxista... Ni siquiera socialista!

Simón Bolívar lideró la independencia de Colombia, Venezuela, Perú, Ecuador y lo que es actualmente Bolivia. El presidente venezolano Hugo Chávez le dió a su revolución el mote de "bolivariana" cantando la letanía de que "alerta, alerta, alerta que camina, la espada de Bolívar por América Latina". Y ha puesto a trabajar a historiadores oficiosos, con el fin de que le ayuden a encontrar en Bolívar los rasgos anti imperialistas que cohonesten sus prédicas contrarias a Estados Unidos. No se ha detenido ni siquiera en exhumar los restos del Libertador, dizque para demostrar que fue envenenado por la "oligarquía bogotana" y sobre la base de esa afirmaciónm, tener un motivo más de reivindicación histórica que saldar con Colombia. Pero Bolívar ni resucitado podrá ser convertido en líder del socialismo del siglo XXI. Esa es la verdad de la historia.

Y para no quedarse atrás, en Ecuador la "revolución ciudadana" también ha querido crear sobre la imagen de Eloy Alfaro una posición "anti imperialista" y convertirlo en su ícono político. En ese empeño folclórico, ha llegado al extremo de trasladar parte de sus despojos (los que quedaron, después de que fue incinerado en El Ejido de Quito, el 28 de enero de 1912, o sea hace casi un siglo)del Mausoleo que la familia de "El Viejo Luchador" construyó en Guayaquil para cumplir sus deseos de descansar eternamente en esta ciudad que fue su verdadera cuna política.

Á los historiadores les corresponde un estudio detallado de las semejanzas y diferencias entre estos tres personajes de la historia latinoamericana. Pero no hay que ser un estudioso de la historia para concluir que si en algo coinciden Chávez y Correa, es en utilizar el mismo recurso que hace medio siglo pusieron en vigencia los revolucionarios cubanos, para cobijarse en la figura del "Apóstol" Martí con el fin de justificar todo lo bueno, lo malo y lo feo que han cometido en nombre de una revolución socialista, que Martí nunca propugnó.

Como Bolívar. O como Alfaro. Nunca propugnaron una revolución socialista, menos una revolución marxista. (El igualitarismo liberal que propugnaba Alfaro, está más cerca del mercantilismo que del socialismo)

Ya habrá tiempo para desmenuzar el liberalismo alfarista, y sus facetas fundamentalmente anticlericales y contrarias a las formas feudales de producción que los terratenientes serranos defendían desde la creación de la República en 1830, a diferencia de las formas mercantilistas que los comerciantes guayaquileños alentaban y en las que basaron su auspicio a la revolución liberal del 5 de junio de 1895. Pero la conclusión es breve y rotunda como un estornudo: no hay en Alfaro el socialista que la revolución ciudadana quiere resucitar para utilizarlo como antecedente de su proyecto político que es el socialismo del siglo XXI.

Esta es la verdad de la historia. La historia que no se podrá cambiar.

domingo, 1 de agosto de 2010

A propósito de la Reforma Universitaria

Aqui en Ecuador, uno de los proyectos de ley que se está discutiendo con mayor intensidad, es el de Educación Superior. Tengo muchas cosas que decir sobre ese tema, incluso para recordar la época en que ejercí como dirigente estudiantil a principio de los años 70 y que planteábamos la Reforma Universitaria, evocando la famosa Reforma de Córdoba, (Argentina), que era una especie de alfa y omega para los que desde las bancas reclamábamos "derechos" como los de "tachar" a los profesores, o el cogobierno paritario, o el de poner a la universidad al servicio del pueblo... (El grito emblemático de esos tiempos era "universidad para el pueblo", surgido al calor de la eliminación de los exámenes de ingreso. Pero esa es otra historia que la abordaré en algún momento).


Y bien, revisando libros me encontré uno del Maestro José Ortega y Gasset, en el que bajo el título de "El libro de las Misiones", la prodigiosa prosa del español desmenuza entre otros temas el de la Misión de la Universidad. Hay que leerlo. Me propongo solo transcribir varios párrafos para picar su curiosidad. (Y el que esté interesado en una copia del documento, me la pide y veremos como lo reproducimos por lo menos en esa parte).

Decía así, Ortega y Gasset, a inicios del siglo XX:

"(...) la enseñanza universitaria nos aparece integrada por estas tres funciones: I. Transmisión de la cultura; II. Enseñanza de las profesiones; III. Investigación científica y educación de nuevos hombres de ciencia" Sencillo, ¿no? Y aquí vemos a la gente discutiendo en términos casi míticos sobre una cuestión que nace de la esencia misma de la universidad, de la "universitas"...

Y decía también el Maestro: "El hombre se ocupa y preocupa de la enseñanza por una razón tan simple como seca y tan seca como lamentable: para vivir con firmeza, desahogo y correción hace falta saber una cantidad enorme de cosas, y el niño, el joven, tiene una capacidad limitadísima de aprender. (...) Hay que preocupurase de enseñar exactamente en la medida en que no se puede aprender. (...) la enseñanza aparece en los pueblos primitivos con un aspecto inverso: la función de enseñar consiste -¿quién lo diría?- en ocultar. Aquellas recetas se conservan como un secreto que se transmite arcanamente a unos pocos. Los demás las aprenderían demasiado pronto. De aquí el hecho universal de los ritos técnicos secretos. (...) Toda enseñanza primitiva, en que hay poco que enseñar, es esotérica, ocultadora; por tanto, es lo contrario de la enseñanza".

¿No les parece formidable? ¿Cuántos de nuestros iluminados legisladores habrán tenido la oportunidad de leer a Ortega y Gasset? Y les dejo este último párrafo, solo para que lo tengan presente:

"El principio de economía no sugiere sólo que es menester economizar, ahorrar en las materias enseñadas, sino que implica también esto: en la organización de la enseñanza superior, en la construcción de la Universidad, hay que partir del estudiante, no del saber ni del profesor. La Universidad tiene que ser la proyección institucional del estudiante, cuyas dos dimensiones esenciales son: una, lo que él es: escasez de su facultad adquisitiva de saber; otra, lo que él necesita saber para vivir. (...) No se debe enseñar sino lo que se puede de verdad aprender"

¡Qué verdades amigos bloggeros! ¡Qué verdades!