La sabatina de hoy reveló al candidato-presidente en su dimensión de mayor vulnerabilidad: el temor que siente ante la prensa independiente. Y ese temor, lo sazona con una acusación de antología: el neoliberalismo fue el culpable de la supuesta muerte del ferrocarril.
Vamos por partes: Correa aprovechó su informe semanal de este sábado 29 de diciembre, para referirse al recorrido que hizo la semana pasada con motivo de la reinaguración del ferrocarril transandino; y a su intervención difundida en cadena de radio y televisión, por la puesta en marcha del programa de seguridad ECU 611, en que defendió al Consejo de la Judicatura de Trancisión, especialmente por el nombramiento de los jueces cuestionados -no importa si en una o varias líneas- en el informe de Baltazar Garzón.
Y en todas sus referencias sobre estos temas, aludió a la prensa y a la información que ha publicado al respecto. Su sonrisa nerviosa -más parecida a muecas que a manifestación de alegría- revelaba una gran molestia. Y su molestia radicaba en que las publicaciones de los diarios no satisfacían lo que él esperaba. Por exclusión, parece lógico suponer que si la prensa hubiese destinado sus espacios de portada a comentar las inauguraciones como uno de los actos que el nuevo benefactor de la patria cumple, no habría lugar a tanta amargura presidencial. Esa amargura le llevó a reclamar airadamente, que la prensa no solo debe publicar lo que quiere, sino todo lo que hace él y su gobierno...
De lo dicho hoy por el Presidente, surgen dos inquietudes: la primera reside en preguntarse ¿para qué tiene el gobierno prensa propia? Porque si continuamente el Primer Mandatario ha reiterado que la prensa no oficial ni siquiera sirve para "madurar aguacates", qué asidero tiene reclamarle por lo que publica o deja de publicar en sus páginas.
Y la otra pregunta es continuación de la anterior: Correa dice que a la prensa no oficial, "ya nadie les cree, felizmente". Si esto es cierto, entonces ¿para qué preocuparse de lo que publica o deja de publicar un medio carente de credibilidad? Si ya nadie les cree, es inoficioso molestarse por lo que sus páginas omiten o reseñan.
Correa tiene -es mi diagnóstico- un temor por la prensa independiente. Es lo que en verdad le quita el sueño. Teme que se repita lo de Delgado. Teme que se repita lo del come-cheque. Teme que se informe sobre Duzac. Teme, en fin, que los diarios y los noticieros de la radio y la televisión sigan dando la "otra" versión de los hechos, que no es necesariamente la que la verdad oficial se empeña en contar.
Y teme -no está por demás consignarlo- que sobre las carreteras de hormigón que ha construido, circulen veloces las noticias impresas, dando cuenta de cuestionamientos a los contratos que permitieron hacer esas obras, o de las nuevas fortunas que se exhiben con impudicia por parte de actores involucrados en esas construcciones, etc. etc. Le está pasando lo que ocurría con los emperadores romanos. Para su absolutismo, una mala noticia implicaba terminar con la vida del emisario que las transportaba, no importa a la velocidad que recorría las grandes distancias, para llevarlas a su conocimiento.
Esos chivos expiatorios -que se inmolaban para calmar la furia de los dioses- ahora se convertían en chivos emisarios: son la prensa, para Correa. Para el candidato-Presidente. O para el presidente-candidato...
sábado, 29 de diciembre de 2012
jueves, 27 de diciembre de 2012
Y, ¿qué espera usted de 2013?
2013 será sin duda, un año "recortado" por la vorágine electoral.
Me explico: de haber segunda vuelta, la campaña se volverá más intensa entre dos candidatos (¿Correa vs. Alvarito?; ¿Correa vs. Lucio?; ¿Correa vs. Acosta?; ¿Correa contra "el que sea..."?). Esto durará hasta el 7 de abril.
Pero si todo sale conforme a lo planificado por Alianza PAIS, el asunto concluirá el domingo 17 de febrero. Y de ahí a otra cosa: a planificar las alianzas legislativas, para asegurarle un tercer mandato consecutivo al Presidente de la República. En la historia de Ecuador será el único primer mandatario que alcance esa marca y, de completar su período, habrá ejercido el poder por 10 años consecutivos.
La clave de la cuestión política está en las elecciones legislativas. No veo a Alianza PAIS con capacidad electoral para ganar una abrumadora mayoría legislativa, entendiendo por abrumadora, la de captar los dos tercios del total de la bancada. Y soy pesimista respecto a que logren poner más de la mitad de asambleístas. Es que precisamente en ese rubro le pasará factura su fraccionamiento en la sierra y en la amazonia.
En la sierra, los grupos que giran alrededor de la izquierda anti correista, incluyendo la rama ortodoxa de la CONAIE, se decantarán por los candidatos que impulsen el MPD y los demás grupos que apoyan a Alberto Acosta. Y en la amazonia, este respaldo irá con más fuerza hacia los gutierristas. En la costa, la presencia del PRE le permitirá repartirse escaños con Madera de Guerrero-la 6; con el PRIAN; y con el gutierrismo. Pero en todos los casos, no habrá hegemonía del correismo.
Es que una cosa es la presencia totalizadora del candidato-presidente, con su facultad intacta para ofrecer, dar y quitar. Y otra, la actividad local del día a día, de los líderes locales y regionales -pequeños y grandes caciques, a su manera- que esperan ejercer su influencia el mismísimo día de las elecciones: en algunos casos se resignan a que el elector vote por el candidato presidencial, pero asegurándose eficazmente de que el voto para la legislatura les favorezca.
Con legislatura adversa o sin mayoría sólida, Correa sentirá que el poder ya no es un todo compacto, como para ignorar por ejemplo a la Asamblea y hacer como hasta ahora, escarnio de su facultad de control político y de fiscalización. Entonces buscará el atajo de la muerte cruzada. Creo que una vez instalada la Asamblea, no se diluirá en negociar, porque advertirá que el temor que generaba se habrá desdorado en medio de escándalos tipo Delgado o narcovalija o de cualquier otra índole, que saldrán y saldrán a la luz pública, acicateada por las investigaciones cada vez más punzantes de la prensa independiente.
Por lo dicho, no creo que 2013 será un año fácil en la política. Y por ende, tampoco lo será en la economía, porque la inestabilidad seguirá retardando las decisiones para realizar inversiones productivas. Y con un salario básico que con beneficios sociales superará los US $ 5.000 anuales, no habrá muchas plazas de trabajo disponibles. (Las pequeñas y medianas empresas serán las que con mayor rigor sientan esta subida salarial. Y serán las que contraigan de manera más dura su oferta de empleo)
Paradójicamente, si se quisiera crecer a un ritmo similar o superior por la menos al de 2012, el marco ideal estaría en que gane Correa con mayoría legislativa manejable, incluida. Porque entonces seguirá -hasta que la cuerda del precio del petróleo le alcance- la política económica de estimular desde el sector público el consumo; y de darle para este propósito, preferencia a las pequeñas y medianas empresas en contratos con el gobierno.
Pero, como se ve, que ocurra cualquiera de los dos escenarios -con sus inefables tonos grises- es pedirle demasiado al nuevo año.
Y entonces, ¿qué espera usted de 2013)
Me explico: de haber segunda vuelta, la campaña se volverá más intensa entre dos candidatos (¿Correa vs. Alvarito?; ¿Correa vs. Lucio?; ¿Correa vs. Acosta?; ¿Correa contra "el que sea..."?). Esto durará hasta el 7 de abril.
Pero si todo sale conforme a lo planificado por Alianza PAIS, el asunto concluirá el domingo 17 de febrero. Y de ahí a otra cosa: a planificar las alianzas legislativas, para asegurarle un tercer mandato consecutivo al Presidente de la República. En la historia de Ecuador será el único primer mandatario que alcance esa marca y, de completar su período, habrá ejercido el poder por 10 años consecutivos.
La clave de la cuestión política está en las elecciones legislativas. No veo a Alianza PAIS con capacidad electoral para ganar una abrumadora mayoría legislativa, entendiendo por abrumadora, la de captar los dos tercios del total de la bancada. Y soy pesimista respecto a que logren poner más de la mitad de asambleístas. Es que precisamente en ese rubro le pasará factura su fraccionamiento en la sierra y en la amazonia.
En la sierra, los grupos que giran alrededor de la izquierda anti correista, incluyendo la rama ortodoxa de la CONAIE, se decantarán por los candidatos que impulsen el MPD y los demás grupos que apoyan a Alberto Acosta. Y en la amazonia, este respaldo irá con más fuerza hacia los gutierristas. En la costa, la presencia del PRE le permitirá repartirse escaños con Madera de Guerrero-la 6; con el PRIAN; y con el gutierrismo. Pero en todos los casos, no habrá hegemonía del correismo.
Es que una cosa es la presencia totalizadora del candidato-presidente, con su facultad intacta para ofrecer, dar y quitar. Y otra, la actividad local del día a día, de los líderes locales y regionales -pequeños y grandes caciques, a su manera- que esperan ejercer su influencia el mismísimo día de las elecciones: en algunos casos se resignan a que el elector vote por el candidato presidencial, pero asegurándose eficazmente de que el voto para la legislatura les favorezca.
Con legislatura adversa o sin mayoría sólida, Correa sentirá que el poder ya no es un todo compacto, como para ignorar por ejemplo a la Asamblea y hacer como hasta ahora, escarnio de su facultad de control político y de fiscalización. Entonces buscará el atajo de la muerte cruzada. Creo que una vez instalada la Asamblea, no se diluirá en negociar, porque advertirá que el temor que generaba se habrá desdorado en medio de escándalos tipo Delgado o narcovalija o de cualquier otra índole, que saldrán y saldrán a la luz pública, acicateada por las investigaciones cada vez más punzantes de la prensa independiente.
Por lo dicho, no creo que 2013 será un año fácil en la política. Y por ende, tampoco lo será en la economía, porque la inestabilidad seguirá retardando las decisiones para realizar inversiones productivas. Y con un salario básico que con beneficios sociales superará los US $ 5.000 anuales, no habrá muchas plazas de trabajo disponibles. (Las pequeñas y medianas empresas serán las que con mayor rigor sientan esta subida salarial. Y serán las que contraigan de manera más dura su oferta de empleo)
Paradójicamente, si se quisiera crecer a un ritmo similar o superior por la menos al de 2012, el marco ideal estaría en que gane Correa con mayoría legislativa manejable, incluida. Porque entonces seguirá -hasta que la cuerda del precio del petróleo le alcance- la política económica de estimular desde el sector público el consumo; y de darle para este propósito, preferencia a las pequeñas y medianas empresas en contratos con el gobierno.
Pero, como se ve, que ocurra cualquiera de los dos escenarios -con sus inefables tonos grises- es pedirle demasiado al nuevo año.
Y entonces, ¿qué espera usted de 2013)
sábado, 22 de diciembre de 2012
Correa el prestidigitador de la palabra
Tenía mucha curiosidad por la reacción del Presidente Correa sobre el tema de su primo Pedro Delgado.
Mi curiosidad se debía a tres cuestiones: la primera, saber en qué situación quedaría Delgado; la segunda, cómo manejaría el Jefe del Estado los hechos que derivaron en la salida de su familiar del gobierno; y la tercera, quién era el culpable del desaguisado según la lógica presidencial.
Y confieso que en la sabatina de hoy, me abismó la capacidad de prestidigitación de Rafael Correa; capacidad que ya la había advertido en estos 6 años de poder, casi sabatina tras sabatina, casi discurso tras discurso.
Un prestidigitador es una persona con habilidad para hacer juegos de manos con el fin de engañar a los demás.
Correa tiene esa habilidad pero con las palabras. Y exactamente así fue su reacción: la de un truquero sorprendido en el acto de engañar a los ingenuos. Claro que su capacidad habilidosa fue más allá de lo que se esperaba: cuidó el contexto; para ello, creó una atmósfera en la que culminaba toda su campaña contra la prensa. Y entonces no tuvo ninguna duda en culpar, sin ahorrarse calificativos, a su primo Delgado.
Y eso está bien. Porque nadie más falsificó su título que el propio Delgado. Nadie lo mandó al INCAE con título falsificado, sino que el mismo Delgado quiso ir a buscar una Maestría con título falso.
Pero el problema no es ese. El problema es -como dice Arjona- no que Delgado le haya mentido al primo, sino que el primo le creyó... Ahora el primo, después de haber sido loado como víctima del linchamiento mediático de la prensa corrupta, resulta ser en verdad lo que la prensa corrupta había indicado: el villano -uno de los que sale del clóset- de la revolución ciudadana. Pedrito quedó en situación del mayor villano.
La segunda cuestión estuvo en la relación de los hechos que derivaron en la renuncia de don Pedro. La pregunta que quedó flotando fue ¿por qué, si traicionó como dijo que traicionó a la Revolución Ciudadana, lo dejó salir a Miami, solo para que concurriera al matrimonio de uno de sus hijos? ¿Cree el Presidente que Delgado, que tenía toda su confianza al punto que una vez lo declaró mil veces ratificado, regresará al país el 6 de enero de 2013 a "dar la cara"?
Mas en eso no quedó el Presidente Correa: insinuó que si la prensa corrupta no hubiese querido linchar a su primo, no se habría demorado tanto en descubrir el fraude. Y dijo que el homenaje de septiembre fue antes de la denuncia que provocó su salida del Banco Central, y en desagravio por las falsas acusaciones de la casa en Miami, y las cajas fuertes en un banco ruso; que la denuncia de Herrería no fue por falisifación de título sino porque no tenía título de economista (!!!); y que la prensa en la mentira 201 que ha publicado, apenas ha acertadod en una. Entonces, todos los demás tienen la culpa, menos Correa, menos su gobierno...
Correa se ha burlado de todos. Como el que hace los trucos con sus manos hábiles. Solo que sus trucos nacen de las palabras.
Mi curiosidad se debía a tres cuestiones: la primera, saber en qué situación quedaría Delgado; la segunda, cómo manejaría el Jefe del Estado los hechos que derivaron en la salida de su familiar del gobierno; y la tercera, quién era el culpable del desaguisado según la lógica presidencial.
Y confieso que en la sabatina de hoy, me abismó la capacidad de prestidigitación de Rafael Correa; capacidad que ya la había advertido en estos 6 años de poder, casi sabatina tras sabatina, casi discurso tras discurso.
Un prestidigitador es una persona con habilidad para hacer juegos de manos con el fin de engañar a los demás.
Correa tiene esa habilidad pero con las palabras. Y exactamente así fue su reacción: la de un truquero sorprendido en el acto de engañar a los ingenuos. Claro que su capacidad habilidosa fue más allá de lo que se esperaba: cuidó el contexto; para ello, creó una atmósfera en la que culminaba toda su campaña contra la prensa. Y entonces no tuvo ninguna duda en culpar, sin ahorrarse calificativos, a su primo Delgado.
Y eso está bien. Porque nadie más falsificó su título que el propio Delgado. Nadie lo mandó al INCAE con título falsificado, sino que el mismo Delgado quiso ir a buscar una Maestría con título falso.
Pero el problema no es ese. El problema es -como dice Arjona- no que Delgado le haya mentido al primo, sino que el primo le creyó... Ahora el primo, después de haber sido loado como víctima del linchamiento mediático de la prensa corrupta, resulta ser en verdad lo que la prensa corrupta había indicado: el villano -uno de los que sale del clóset- de la revolución ciudadana. Pedrito quedó en situación del mayor villano.
La segunda cuestión estuvo en la relación de los hechos que derivaron en la renuncia de don Pedro. La pregunta que quedó flotando fue ¿por qué, si traicionó como dijo que traicionó a la Revolución Ciudadana, lo dejó salir a Miami, solo para que concurriera al matrimonio de uno de sus hijos? ¿Cree el Presidente que Delgado, que tenía toda su confianza al punto que una vez lo declaró mil veces ratificado, regresará al país el 6 de enero de 2013 a "dar la cara"?
Mas en eso no quedó el Presidente Correa: insinuó que si la prensa corrupta no hubiese querido linchar a su primo, no se habría demorado tanto en descubrir el fraude. Y dijo que el homenaje de septiembre fue antes de la denuncia que provocó su salida del Banco Central, y en desagravio por las falsas acusaciones de la casa en Miami, y las cajas fuertes en un banco ruso; que la denuncia de Herrería no fue por falisifación de título sino porque no tenía título de economista (!!!); y que la prensa en la mentira 201 que ha publicado, apenas ha acertadod en una. Entonces, todos los demás tienen la culpa, menos Correa, menos su gobierno...
Correa se ha burlado de todos. Como el que hace los trucos con sus manos hábiles. Solo que sus trucos nacen de las palabras.
domingo, 16 de diciembre de 2012
Pláger
Pláger es Dévora. Y Dévora Pláger, devoró al presidente ecuatoriano en la entrevista que le hizo durante su última visita a Argentina.
Ojo con esto último: quien lo entrevistó no fue una periodista de una televisora privada que, por ser tal, podría resultar sospechosa de responder a los intereses de la prensa "corrupta con fines de lucro" que Correa tanto aborrece. No. Dévora Pláger es entrevistadora del programa de noticias de C5N, un medio público, de la Argentina domminada por Cristina Kirchner.
Dévora, muy guapa ella, lo entrevista desde el Hotel Alvear. Dévora, muy guapa y muy sagaz ella, le inquiere sobre varios temas. Correa muy tenso él, responde sin ocultar fruncimiento. Rafael muestra un lenguaje facial que denota fastidio, especialmente cuando Dévora le pregunta sobre temas para los cuales él tiene una versión invariable en sus respuestas: todo se debe a la preeminencia perversa de los intereses del capital, por encima de los factores humanos.
Dévora y Rafael están en un mano a mano. Ella serena, inconmovible. Él a todas luces incómodo. La sonrisa que luce Correa no le ilumina el rostro. Al contrario, se lo ensombrece.
La entrevista abordó varios asuntos: desde el comercio exterior hasta la dolarización, pasando por la Ley de Medios de Argentina y las equivalencias que Dévora le quiere buscar a la situación de Ecuador, incluyendo una referencia a Emilio Palacio -para quien Correa cree que debe tener asilo, pero en un manicomio- y a sus peculiares conceptos sobre las leyes de difamación, incluyendo alguna referencia a Assange.
En este punto es notorio que el presidente ecuatoriano pierde ecuanimidad. Se exalta. Su discurso -casi como un soliloquio- no esconde para nada la carga de odio que lo motiva. Y Dévora lo devora con un silencio breve pero prudente, como para dejarlo posicionar en su invectiva, todas las parrafadas anti imperialistas que pueda articular.
La entrevista va a terminar. Dévora considera que debe preguntarle sobre sus relaciones con Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní. Y Rafael siente que le han tocado la fibra más sensible de su correa... Se agita. Frunce más la frente. Hasta intenta tomar el papel de entrevistador, buscando responder mejor los cuestionamientos de Pláger. Y ella, sabe que se lo ha devorado.
Precisamente porque sabe eso, Dévora Pláger trata de poner fin a la entrevista.
Mas Rafael Correa no quiere cerrar el capítulo sin decir él, la última palabra.
Dévora le suelta la perita del postre: usted sabe que para los argentinos el tema de Irán es muy sensible, le acota. Y Rafael, dominado por una ira difícilmente reprimida, termina diciendo lo que dijo: trata de establecer una equivalencia entre las muertes del bombazo a la sinagoga en Buenos Aires, con los muertos en los bombardeos que la OTAN hizo a Libia.
Yo he visto la entrevista, no una, sino por lo menos 5 veces... La última, antes de escribir este blog. He atendido a todos los detalles. Y he usado un procedimiento de observación de su lenguaje facial y corporal mientras respondía al interrogatorio de Pláger.
Mi conclusión es que no ha sido descontextualizado. Mi conclusión es que Correa respnde a Dévora Pláger en el conexto que él mismo ha fabricado: su odio a Estados Unidos, al imperialismo yankee. Y el papel que cree tener de ser con Chávez, uno de los sucesores de Fidel y aliado importante de Ahmadineyad.
Dévora Pláger lo dervoró a Rafael Correa. ¿De qué se queja? ¿De qué contexto lo sacó?
Ojo con esto último: quien lo entrevistó no fue una periodista de una televisora privada que, por ser tal, podría resultar sospechosa de responder a los intereses de la prensa "corrupta con fines de lucro" que Correa tanto aborrece. No. Dévora Pláger es entrevistadora del programa de noticias de C5N, un medio público, de la Argentina domminada por Cristina Kirchner.
Dévora, muy guapa ella, lo entrevista desde el Hotel Alvear. Dévora, muy guapa y muy sagaz ella, le inquiere sobre varios temas. Correa muy tenso él, responde sin ocultar fruncimiento. Rafael muestra un lenguaje facial que denota fastidio, especialmente cuando Dévora le pregunta sobre temas para los cuales él tiene una versión invariable en sus respuestas: todo se debe a la preeminencia perversa de los intereses del capital, por encima de los factores humanos.
Dévora y Rafael están en un mano a mano. Ella serena, inconmovible. Él a todas luces incómodo. La sonrisa que luce Correa no le ilumina el rostro. Al contrario, se lo ensombrece.
La entrevista abordó varios asuntos: desde el comercio exterior hasta la dolarización, pasando por la Ley de Medios de Argentina y las equivalencias que Dévora le quiere buscar a la situación de Ecuador, incluyendo una referencia a Emilio Palacio -para quien Correa cree que debe tener asilo, pero en un manicomio- y a sus peculiares conceptos sobre las leyes de difamación, incluyendo alguna referencia a Assange.
En este punto es notorio que el presidente ecuatoriano pierde ecuanimidad. Se exalta. Su discurso -casi como un soliloquio- no esconde para nada la carga de odio que lo motiva. Y Dévora lo devora con un silencio breve pero prudente, como para dejarlo posicionar en su invectiva, todas las parrafadas anti imperialistas que pueda articular.
La entrevista va a terminar. Dévora considera que debe preguntarle sobre sus relaciones con Mahmud Ahmadineyad, el presidente iraní. Y Rafael siente que le han tocado la fibra más sensible de su correa... Se agita. Frunce más la frente. Hasta intenta tomar el papel de entrevistador, buscando responder mejor los cuestionamientos de Pláger. Y ella, sabe que se lo ha devorado.
Precisamente porque sabe eso, Dévora Pláger trata de poner fin a la entrevista.
Mas Rafael Correa no quiere cerrar el capítulo sin decir él, la última palabra.
Dévora le suelta la perita del postre: usted sabe que para los argentinos el tema de Irán es muy sensible, le acota. Y Rafael, dominado por una ira difícilmente reprimida, termina diciendo lo que dijo: trata de establecer una equivalencia entre las muertes del bombazo a la sinagoga en Buenos Aires, con los muertos en los bombardeos que la OTAN hizo a Libia.
Yo he visto la entrevista, no una, sino por lo menos 5 veces... La última, antes de escribir este blog. He atendido a todos los detalles. Y he usado un procedimiento de observación de su lenguaje facial y corporal mientras respondía al interrogatorio de Pláger.
Mi conclusión es que no ha sido descontextualizado. Mi conclusión es que Correa respnde a Dévora Pláger en el conexto que él mismo ha fabricado: su odio a Estados Unidos, al imperialismo yankee. Y el papel que cree tener de ser con Chávez, uno de los sucesores de Fidel y aliado importante de Ahmadineyad.
Dévora Pláger lo dervoró a Rafael Correa. ¿De qué se queja? ¿De qué contexto lo sacó?
martes, 4 de diciembre de 2012
Jefe del Estado y de Gobierno
El candidato-Presidente Rafael Correa reiteró en su última sabatina que se considera "Jefe del Estado"; y por ende, cabeza de todas las funciones en que la Constitución divide al Estado.
Semejante reafirmación la hizo pretendiendo refutar una apreciación de Osvaldo Hurtado, quien durante una entrevista con Alfredo Pinoargote (Ecuavisa), tomó como referencia un video en el que Correa aparece haciendo esa aseveración, para concluir que al no respetar la división de poderes que la Carta Política prescribe, Correa reconoce que ejerce su gobierno como dictador.
Yo me quedé estupefacto ante lo que el candidato-Presidente aseguraba. Porque al principio -cuando lo dijo originalmente- pensé que se trataba de uno de sus ex abruptos; o, por lo menos, de una confusión momentánea sobre lo que significa el ejercicio del poder que el pueblo mayoritariamente le ha confiado. Y no ha sido así.
Correa está convencido que por ser Jefe del Estado, todas las demás funciones le están subordinadas. Así interpreta el artículo 141 de la Constitución. Pero su interpretación es equivocada. O por lo menos está descontextualizada del mandato constitucional. Veamos:
La calificación de Jefe del Estado que tradicionalmente las Constituciones han dado al Presidente de la República, en dualidad con la de Jefe del Gobierno, tiene un fin fundamentalmente ceremonial. El Jefe del Estado es el que representa al Estado ecuatoriano; y como tal, tiene prelación en los actos protocolarios. Por ejemplo, la acreditación de embajadores se hace ante el Presidente de la República, bajo el entendido que cumpliendo este acto protocolario, el Estado los reconoce como representantes de gobiernos amigos.
El candidato-Presidente ha dicho que el primer inciso del artículo 141 lo hace responsable de la administración pública. Eso es cierto, pero en derecho administrativo equivale a reconocer el Principio de que se delega la función y no la responsabilidad. Esto es válido en el ámbito de la competencia del Presidente, como jefe de la Función Ejecutiva; es decir, como Jefe del Gobierno. En ciertas monarquías europeas, por ejemplo, el Jefe del Estado es el Rey y el Jefe del Gobierno el Primer Ministro. O en los regímenes parlamentarios, el Presidente de la República es el Jefe del Estado y el que maneja la administración es el Primer Ministro.
Pero hay un argumento fundamental que echa por tierra la pretensión presidencial, al menos en teoría: el sistema de gobierno de Ecuador es republicano. Y si algo caracteriza a una República, es la división de poderes. Y que no hay funcionario público exento de responsabilidad.
Entonces Hurtado tiene razón. Si el Presidente-candidato cándidamente se proclama Jefe del Estado y por ende considera que todas las funciones del Estado le están subordinadas, es simple y llanamente dictador. No hay más.
Semejante reafirmación la hizo pretendiendo refutar una apreciación de Osvaldo Hurtado, quien durante una entrevista con Alfredo Pinoargote (Ecuavisa), tomó como referencia un video en el que Correa aparece haciendo esa aseveración, para concluir que al no respetar la división de poderes que la Carta Política prescribe, Correa reconoce que ejerce su gobierno como dictador.
Yo me quedé estupefacto ante lo que el candidato-Presidente aseguraba. Porque al principio -cuando lo dijo originalmente- pensé que se trataba de uno de sus ex abruptos; o, por lo menos, de una confusión momentánea sobre lo que significa el ejercicio del poder que el pueblo mayoritariamente le ha confiado. Y no ha sido así.
Correa está convencido que por ser Jefe del Estado, todas las demás funciones le están subordinadas. Así interpreta el artículo 141 de la Constitución. Pero su interpretación es equivocada. O por lo menos está descontextualizada del mandato constitucional. Veamos:
La calificación de Jefe del Estado que tradicionalmente las Constituciones han dado al Presidente de la República, en dualidad con la de Jefe del Gobierno, tiene un fin fundamentalmente ceremonial. El Jefe del Estado es el que representa al Estado ecuatoriano; y como tal, tiene prelación en los actos protocolarios. Por ejemplo, la acreditación de embajadores se hace ante el Presidente de la República, bajo el entendido que cumpliendo este acto protocolario, el Estado los reconoce como representantes de gobiernos amigos.
El candidato-Presidente ha dicho que el primer inciso del artículo 141 lo hace responsable de la administración pública. Eso es cierto, pero en derecho administrativo equivale a reconocer el Principio de que se delega la función y no la responsabilidad. Esto es válido en el ámbito de la competencia del Presidente, como jefe de la Función Ejecutiva; es decir, como Jefe del Gobierno. En ciertas monarquías europeas, por ejemplo, el Jefe del Estado es el Rey y el Jefe del Gobierno el Primer Ministro. O en los regímenes parlamentarios, el Presidente de la República es el Jefe del Estado y el que maneja la administración es el Primer Ministro.
Pero hay un argumento fundamental que echa por tierra la pretensión presidencial, al menos en teoría: el sistema de gobierno de Ecuador es republicano. Y si algo caracteriza a una República, es la división de poderes. Y que no hay funcionario público exento de responsabilidad.
Entonces Hurtado tiene razón. Si el Presidente-candidato cándidamente se proclama Jefe del Estado y por ende considera que todas las funciones del Estado le están subordinadas, es simple y llanamente dictador. No hay más.
sábado, 1 de diciembre de 2012
Que... ¿por qué soy emelecista?
La noche del miércoles 28 de noviembre de 2012, mientras soportaba con la misma estoicidad de quien aguanta un aguacero en media calle, sin paraguas y sin portal donde cobijarse, la bullanga del festejo barcelonista, me dediqué a reflexionar sobre mis motivos para ser emelecista.
Lo primero que me saltaba a la mente era una especie de envidia: cómo no ser parte de un festejo que motivaba a miles de personas a tomarse por asalto el Boulevard, con gritos estentóreos, celebrando que la pérdida de un partido de su equipo rival les haya permitido obtener luego de 15 años -porque en verdad son 15- el título de Campeón Nacional de Fútbol.
Y mi mente me llevó a recordar por qué soy emelecista y siempre resistí ser del otro equipo, (dicho sanamente):
Yo soy emelecista desde cuando tenía 8 años. Para entonces EMELEC había ganado el primer campeonato nacional de fútbol; y si no me falla la memoria, ya tenía campeonatos de Guayaquil a su haber, incluyendo triunfos en los clásicos del Astillero, que ya habían empezado su historia. Vivía en Sucre, una población semirural del sur de Manabí Y las transmisiones de los encuentros de fútbol nos llegaban por Radio Atalaya, en las narraciones de Ecuador Martínez Collado y los comerciales de Humberto Romero Gálvez. Ahí nació mi admiración por EMELEC. Recuerdo los comentarios de Ricardo Chacón García, (para mí él si era la palabra mágica para hablar de fútbol), quien no obstante ser apasionado barcelonista, no dudaba en elogiar el tandem de Bolaños, Pulido, Raffo, Raymondi y Moscol...
Pero también mi afición por EMELEC nació de rechazar la actitud triunfalista y avasalladora de los barcelonistas, que se gozaban con la canción del Jefe Daniel Santos, pidiendo que Barcelona "diera chicha" a sus rivales. (Darle chicha quería decir en esa época, chacharearlos, apocarlos, desmerecerlos). Eso me molestaba terriblemente y me hacía gozar cada vez que caían derrotados.
Cuando vine a vivir a Guayaquil en 1966, no fui de inmediato al Modelo, aunque por novelería asistí alguna vez al Capwell y no me quedaron ganas de volver, porque casi termino pisoteado por un caballo.
Fue a partir de mis años universitarios cuando empecé a concurrir con regularidad a la General del Modelo, (creo que costaba 3 sucres, lo mismo que una entrada al cine). Y disfruté especialmente del juego de "Cachito" Magri, de Merizalde, de Pereque Lazo, de Pachaco Castañeda, del "Bombillo" Miori, del Bocha Armendariz, de Juan Tenorio, de Marcos Guime, etc., a quienes cito así desordenadamente mientras afloran los recuerdos.
Y ya como espectador era un desafío concurrir al Modelo a ver un clásico, rodeado de una mayoría de gente vestida con camisetas amarillas. Había que ser bien machitos para compartir las aposentadurías sin amilanarse, como decía el Dr Pepe Maruja... Sin a-mi-la-narse. Muchos de ellos eran (continúan siendo) buenos amigos.
Mentiría si les digo que solo el buen juego de EMELEC me llevó a ser emelecista. No. Más que eso, pesó el hecho de que existe Barcelona y,, claro, de que existen los barcelonistas. Por eso soy emelecista. Y por eso, nada tengo que envidiarles...
Nada más...
Lo primero que me saltaba a la mente era una especie de envidia: cómo no ser parte de un festejo que motivaba a miles de personas a tomarse por asalto el Boulevard, con gritos estentóreos, celebrando que la pérdida de un partido de su equipo rival les haya permitido obtener luego de 15 años -porque en verdad son 15- el título de Campeón Nacional de Fútbol.
Y mi mente me llevó a recordar por qué soy emelecista y siempre resistí ser del otro equipo, (dicho sanamente):
Yo soy emelecista desde cuando tenía 8 años. Para entonces EMELEC había ganado el primer campeonato nacional de fútbol; y si no me falla la memoria, ya tenía campeonatos de Guayaquil a su haber, incluyendo triunfos en los clásicos del Astillero, que ya habían empezado su historia. Vivía en Sucre, una población semirural del sur de Manabí Y las transmisiones de los encuentros de fútbol nos llegaban por Radio Atalaya, en las narraciones de Ecuador Martínez Collado y los comerciales de Humberto Romero Gálvez. Ahí nació mi admiración por EMELEC. Recuerdo los comentarios de Ricardo Chacón García, (para mí él si era la palabra mágica para hablar de fútbol), quien no obstante ser apasionado barcelonista, no dudaba en elogiar el tandem de Bolaños, Pulido, Raffo, Raymondi y Moscol...
Pero también mi afición por EMELEC nació de rechazar la actitud triunfalista y avasalladora de los barcelonistas, que se gozaban con la canción del Jefe Daniel Santos, pidiendo que Barcelona "diera chicha" a sus rivales. (Darle chicha quería decir en esa época, chacharearlos, apocarlos, desmerecerlos). Eso me molestaba terriblemente y me hacía gozar cada vez que caían derrotados.
Cuando vine a vivir a Guayaquil en 1966, no fui de inmediato al Modelo, aunque por novelería asistí alguna vez al Capwell y no me quedaron ganas de volver, porque casi termino pisoteado por un caballo.
Fue a partir de mis años universitarios cuando empecé a concurrir con regularidad a la General del Modelo, (creo que costaba 3 sucres, lo mismo que una entrada al cine). Y disfruté especialmente del juego de "Cachito" Magri, de Merizalde, de Pereque Lazo, de Pachaco Castañeda, del "Bombillo" Miori, del Bocha Armendariz, de Juan Tenorio, de Marcos Guime, etc., a quienes cito así desordenadamente mientras afloran los recuerdos.
Y ya como espectador era un desafío concurrir al Modelo a ver un clásico, rodeado de una mayoría de gente vestida con camisetas amarillas. Había que ser bien machitos para compartir las aposentadurías sin amilanarse, como decía el Dr Pepe Maruja... Sin a-mi-la-narse. Muchos de ellos eran (continúan siendo) buenos amigos.
Mentiría si les digo que solo el buen juego de EMELEC me llevó a ser emelecista. No. Más que eso, pesó el hecho de que existe Barcelona y,, claro, de que existen los barcelonistas. Por eso soy emelecista. Y por eso, nada tengo que envidiarles...
Nada más...
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