sábado, 30 de junio de 2012

Los dos mayores fracasos de la Revolución Ciudadana... (o de RC)

Los dos mayores fracasos que hasta ahora registra la Revolución Ciudadana, están íntimamente vinculados, como si se tratara de vasos comunicantes: la inseguridad pública y la administración de justicia.

Con la inseguridad pública la cuestión empezó con una apuesta muy riesgosa: culpar a los socialcristianos por los delincuentes presos; y sostener con vehemencia que los ladrones eran ciudadanos pobres, que humillados por una riqueza ofensiva, no les quedaba otro camino que asaltar y robar, porque ¿qué representan unos pocos dólares atracados ("recuperados" solían decir los guerrilleros urbanos de los años 70) frente al mayúsculo atraco de miles de millones de dólares supuestamente realizado por "banqueros corruptos" en 1999?.

Enancado en ese discurso, el régimen no tuvo empacho en desbaratar todo el precario sistema de seguridad pública que, hasta su llegada al poder, la policía administraba en medio de su propia corrupción, tan añeja como la de ciertos jueces y fiscales.

Recuérdese solamente que con el fin de tener las bases para su accionar, propusieron una Constitución "garantista" que sacrificaba todos los principios de justicia, por la protección a los delincuentes.

Recuérdese también que en ese frenesí, el mismísimo presidente Correa visitó la penitenciaría del litoral para solidarizarse con los presos, culpar a la partidocracia de la situación de las cárceles, e indignarse contra la administración municipal de Guayaquil por haber construido el centro de alta seguridad (La Roca), y por haber creado la Corporación de Seguridad Ciudadana.

Fue tanta la convicción de sus dichos, que pronto resultaron desbordados por los hechos: para robarse inocentemente un celular, o un par de zapatos de marca, o la quincena de un trabajador, o asaltar un negocio, o arrebatar a los ciudadanos el dinero que retiran de los bancos, los delincuentes no obvian disparar porque van fuertemente armados, con la seguridad de que nadie podrá repeler el ataque porque la Revolución Ciudadana desarmó a los guardias privados. Los cementerios han recibido más inocentes en estos últimos 5 años...

Y no cito el caso del narcotráfico, porque es emblemático: de Ruga la Tortuga, a las avionetas hay al parecer un denominador común que el régimen prefiere no encontrar...

Abrumado por la situación, el Presidente Correa dizque se puso a estudiar sobre seguridad pública; y entiendo que fruto de esos estudios, constituyó una nueva estructura burocrática para encargarla de la seguridad.

Pero lo cierto es que de un tiempo a esta parte en el lustro que ha transcurrido desde 2007, la delincuencia se ha incorporado a la cotidianidad mientras el gobierno se ha acostumbrado a vivir con su clamorosa ineficacia. Entonces la delincuencia ya es de todos...

Tamnbién el gobierno descubrió que la delincuencia -pese a sus primeras aseveraciones endilgando la responsabilidad de la inseguridad ciudadana a otros- tenía como cómplice a la "justicia corrupta".

Y decidió meterle la mano a la justicia.

El resultado es que la mayoría de los jueces desde la cúpula hasta las bases, se debaten entre la mediocridad de sus actuaciones y los terribles temores que la dominan. Es una justicia adocenada, timorata, complaciente. Dominada por un Consejo de la Judicatura que es el instrumento eficaz de los últimos deseos del Presidente de la República.

El caso de los hinchas de Barcelona -apresados de manera arbitraria y mantenidos privados de su libertad por 40 días bajo una acusación imposible de probar, como la de haber lanzado todos al mismo tiempo, una pedrada a un policía- releva de cualquier comentario adicional. La justicia sigue siendo un fracaso. Secuestrada por el poder, es fracaso rotundo.

5 años y medio de Revolución Ciudadana (¿o de RC?) revelan algo inocultable: los dos fracasos mayores están en la delincuencia y el narcotráfico rampantes. Y en una justicia, que no existe... O, mejor dicho, que persiste como injusticia.

sábado, 23 de junio de 2012

Lugo, Correa y la legitimidad

Una cofradía -la del socialismo del siglo XXI- recorre Latinoamérica caminando "con la espada de Bolívar" desde mediados de la década, liderados por el comandante Chávez y eficazmente secundada por Rafael Correa. Por ahí también aparecen eventualmente Daniel Ortega, y Cristina Kirchner, todos ellos bajo la mirada vigilante de Fidel.

En junio de 2009, una de sus avanzadillas centroamericanas, el Presidente hondureño Manuel Zelaya, fue destituido por un golpe militar mediante el cual se arbitró una pugna de poderes que enfrentó a la legislatura y la función judicial, por un lado, contra el intento de Zelaya que por otro lado, quería cambiar la Constitución para reelegirse.

Y entonces Chávez en plenitud de forma, secundado por Correa pretendió con otros presidentes latinoamericanos ir a la mismísima Tegucigalpa dizque para reinstalar a su socio Zelaya en el poder del que había sido destituido manu militari. Fue un fracaso que la prensa corrupta minimizó con un piadoso manto de olvido.

Zelaya perdió el poder, a pesar de que intervino la insulsa OEA encabezada por su Secretario General Inzulza; y todo quedó consumado, incluso a pesar de las amenazas de Zelaya de retornar al poder. Lo único que quedó en pie fue la decisión de no reconocer al nuevo gobierno, boycot que poco a poco fue perdiendo vigor. Creo que el único que no reconoce al gobierno de Honduras es Correa. No sé si Chávez ya lo reconoció. Ni si igual lo hizo Morales.

Esa fue la primera baja de los socialistas del Siglo XXI. Vale decir que al parecer con el tiempo, el país centroamericano ha recuperado la normalidad, libre ya del empozoñamiento que Zelaya había introducido en la sociedad hondureña, desgarrada por la pobreza, el narcotráfico y la acción criminal de pandillas. Pero Zelaya queda como un actor notorio en la política de Honduras y todo dependerá de la fortaleza de sus adversarios para derrotarlo donde debe ser derrotado: en las urnas.

Ahora el turno le toca a Lugo. Más allá de su pasión obispal por darle más feligresía a la Iglesia, lo cierto es que estuvo muy lejos de ejercer el poder con la eficacia que la realidad socio económica de Paraguay le exigía. Y me pareció por lo menos un gesto de honestidad cristiana el de Lugo, aceptar su destitución -un golpe de Estado, técnicamente armado- y permitir que su sucesor asuma el poder, acatando una resolución constitucional del senado paraguayo.

Pero a pesar de eso, Correa sigue diciendo que no reconocerá al nuevo gobierno de Paraguay encabezado por Federico Franco, hablando de que es ilegítimo. Correa olvida que la legitimidad en las democracias nace de los órganos constituidos por la voluntad soberana de los ciudadanos. La legitimidad es lo que permite a las Funciones del Estado asumir las responsabilidades que la Constitución y las Leyes les fijan.

La contradicción entre lo legal y lo legítimo, nace cuando alguien -alegando el origen de su mandato obtenido en las urnas- no se siente obligado a cumplir la Constitución o las leyes, invocando para ese propósito que tiene el apoyo mayoritario de los ciudadanos. Es cierto: la legtimidad nace del mandato popular efectuado de acuerdo con la Constitución y las leyes pertinentes; pero esa misma legitimidad termina cuando el que está obligado a observar la Constitución y las leyes, simplemente las pasa por alto, o las aplica únicamente en cuanto les sean beneficiosas.

Lugo ha sido destituido mediante un procedimiento constitucional por el Senado. Creo que tal destitución es un error, porque así se encubrirá su ineptitud como presidente de Paraguay. Pero señalar el error es una cosa. Y cuestionar su legitimidad es otra.

Correa, como presidente de Ecuador, ha declarado que su gobierno no reconocerá al de Federico Franco, que sustituyó a Lugo, alegando que el acto puede ser legal pero ilegítimo. Y sin embargo, aquí entre nosotros protege a una prefecta que ha destituido de manera "ilegítima" al titular de esas funciones en Cotopaxi, en medio de una disputa indígena.

Según Correa, ¿a quién le dará legitimidad? ¿Al defenestrado César Umaginga o a su sucesora Blanca Guamangate?

Si aplica su tesis frente a Lugo, sin duda que no deberá reconocer a Guamangate como sucesora de Umaginga.

sábado, 16 de junio de 2012

Yo, papá...

Como mañana es el día del padre, este blog lo dedicaré a nosotros, a los padres...

Se dice que ser papá en esta época, es una experiencia totalmente distinta a la que fue ejercer el oficio de padre en el siglo pasado. Pero yo creo que lo mismo pensaban nuestros padres, cuando comparaban sus vivencias con las de nuestros abuelos y bisabuelos.

Hay comportamientos naturales que normalmente definen -salvo honrosas excepciones- al padre como líder de la familia para supervivir, incluyendo su defensa frente a factores adversos. Es la evolución que la racionalidad impuso al hecho de que en las manadas, su dirección es asumida por el más fuerte y astuto de los animales. Esto condiciona una actitud cultural del rol paterno: papá lo puede todo, papá lo sabe todo, papá manda en todo...

Y no siempre es así.

Empezando porque los padres no siempre mandamos. Hay fórmulas magistrales para disimular esa terrible realidad. La más socorrida es: pregúntale a tu madre. O pídele permiso a tu mami. O ya le dí la plata a tu mamá, que ella te dé para lo que quieres... Eso, en la relación con los hijos. Y en otros menesteres, el tema es más dramático: "yo no sé nada de eso, pregúntele a la doña". O, "sabe usted, que estoy muy ocupado; hable con mi señora" Y así. Entonces los papás -por lo menos los de ahora- no mandamos en todo. Yo diría que mandamos casi en nada. Somos educadamente mandados: es lo que la sabiduría popular ha bautizado como ser mandarina.

Y de que lo sabemos todo... Si su hija adolescente anda con uno o dos noviecitos de ocasión, y usted como padre cariñoso se preocupa porque no quiere ser abuelo prematuro, apenas sospecha -reciclando sus experiencias juveniles con el sexo opuesto- y se cree obligado a advertir que la niña está en riesgo inminente de maternidad, esa sabiduría ancestral lo convierte en un ser degenerado. Qué sabes tú le dice indignada la esposa, si tu eras más tímido que ni bailar sabías. Y si se trata de otro tipo de sabiduría, puede usted ensayar los más ingeniosos artificios para resolver una ecuación de álgebra; y su hijo lo mira con un aire de conmiseración, va a "el rincón del vago" en internet y le trae la respuesta muerto de la risa, mientras usted se queda con una carilla llena de signos inútiles. Conclusión: los papás no lo sabemos todo...

Y eso de que papá lo puede todo se derrumba cuando usted va conduciendo, y se le aparece un vigilante de tránsito. Entonces, luego de que usted grita encolerizado amenazando e insultando, su mujer se baja del carro sonriente, va donde el vigilante y le entrega entre los dedos algo que parece un billete que se adivina no ser menor de 10 dólares, y retornada al vehículo le dice devolviéndole la licencia, toda enérgica: ya, maneja tranquilo y déjate de insultar a los señores vigilantes, porque la próxima te vas preso y no estaré para defenderte. Sus hijos lo miran: unos casi de manera penosamente condescendiente; otros en franca burla; y todos con gesto de admiración a mamá; mientras usted se pudre de las iras, tratando de no perder el control del volante. Ergo, los papás no lo podemos todo...

Pero aún así, seguimos viviendo la ternura de abrazar a nuestros hijos. De recibir sus besos, aunque los varones nos puyen con sus barbas. O de ver a nuestras hijas en pleno goce de su Bendita maternidad.

Y de sentir -como dice la salsa de Ruben Blades- que "solo quien tiene hijos entiende que el deber de un padre no acaba jamás"

Felicidades papás.

martes, 12 de junio de 2012

Carta para Andrés Enrique

Hace 25 años naciste. El tiempo pasa a veces tan rápido, que no nos deja oportunidad ni para asombrarnos.

Cuando naciste me dije: Ya Dios me ha dado un hijo; ahora tengo que convertirlo en mi amigo, para compartir nuestros caminos. Por eso en estos 25 años me he esmerado en construir una amistad para ser compañeros de ruta.

Y tengo en tí a un amigo, porque el amor de padre a hijo es como una extensión del amor que sentimos provenir de Dios.

Dios es Amor. Y el Amor es Bondad. Y la Bondad nace de lo profundo del Alma.

Y el Alma es el Soplo Divino, que nos hace vivir todos los días tratando de superar debilidades para actuar en armonía -o sea, amigablemente- con nuestros semejantes y con la naturaleza, es decir con Dios. Ergo, Dios es Amor. Y amistad.

La auténtica amistad no es incondicional. Yo creo que se basa en la discrepancia, (por eso disfruto que seas barcelonista, jaja). Es que de cotejar amistosamente las discrepancias surge algo de la Verdad, que siempre será relativa.

La verdad no es lisonja. La verdad no es menoscabar a otros hasta humillarlos. La verdad no es solazarse con lo que uno cree como cierto.

La verdad es simplemente aquello que nos hace sentir en armonía con nuestro espíritu, que es obra de Dios; y que fundamentalmente nos hace entender al prójimo admirando sus virtudes sin juzgarlo por sus errores, (aunque siempre es bueno ayudar a encontrarlos para evitar que se extravíe el camino). Por esto la verdad es tan sencilla como ver al sol cuando sale. O como escuchar el canto de una ave. O como maravillarse cuando una planta florece en todo su esplendor.

O como ver al hijo querido desde la cuna, no sólo como una prolongación genética, sino como una Esperanza.

Y la Esperanza es la que nos hace emprender el camino de la vida. Por eso también te defino como compañero.

Cuando yo tenía 25 años, recién había descubierto en mi padre, tu abuelo Segundo Pedro, la esencia de un gran compañero. Por eso me dolió mucho su muerte, porque me pareció temprana debido a que apenas estaba empezando a entender lo edificante de su compañía.

No he querido hacer de esta carta una exposición cursi de mi amor paterno. Pero si así se entiende, doy mis disculpas: esa no es mi intención.

Mi intención es que cuando cumplas 50, vuelvas a leer esta carta... Para entonces, ojalá todavía yo viva en tus recuerdos, y en el de tu descendencia.

Un abrazo y un beso

sábado, 9 de junio de 2012

Ecuador y la OEA

Rafael Correa ha dicho que Ecuador abandonará la OEA si el organismo no cambia. Y para demostrar que no es únicamente una amenaza, su gobierno ha denunciado el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca, TIAR. Lo ha hecho acompañado por Bolivia, Venezuela y Nicaragua.

Entre las razones invocadas para salir del TIAR, está la de que cuando Inglaterra invadió a las Malvinas, el TIAR -encabezado por Estados Unidos- no intervino, pese a que uno de sus objetivos es defender a los países suscriptores ante agresiones extra continentales. El mismo Correa en su sabatina de hoy ha señalado que este Tratado fue inspirado en el fragor de la guerra fría, y que en la actualidad es obsoleto, lo cual es una verdad a medias, porque nadie sabe -por ejemplo- cuál sería la reacción continental si hubiere una amenaza inmninente de agresión motivada en los delirios de alguna potencia petrolera islámica. Tan es verdad a medias, que Argentina, siendo la agraviada, no ha apoyado la posición anti TIAR de Correa.

Pero lo de fondo es que el mandatario ecuatoriano junto a Chávez, Morales y Ortega quiere posicionar a la Unasur y a la Celac, como la plataforma anti yanqui que Cuba no pudo articular en los años 60 del siglo pasado. Todos ellos tienen como pretexto compartido el interés de manejar directamente a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y, además, acallar la Relatoría de Libertad de Expresión, o cuando menos ajustarla a sus visiones hegemónicas del poder.

Entonces queda claro que el verdadero motivo de la posición ecuatoriana es anti Estados Unidos. Como lo es -dicho sea de paso- su comportamiento en la ONU para no condenar el genocidio en Siria; o como lo fue antes, con Gadafi. Correa dice que no puede ser anti Estados Unidos, porque él estudió en ese país y admira al pueblo estadounidense. Sin embargo, lo cierto es que Correa no perdona al gobierno de Obama por haber acogido las denuncias sobre los atentados a la libertad de prensa en Ecuador.

En resumen: La OEA mantiene a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y a la Relatoría de Libertad de Prensa; Correa comparte con Chávez, Morales y Ortega su aversión a las indicadas Comisión y Relatoría; ergo, ellos quieren, invocando su calidad de ser titulares de los Estados miembros de la OEA, controlar así a la Comisión como a la Relatoría, que a su vez recibe el apoyo de Estados Unidos. En este escenario, es que intentan acorralar a Estados Unidos con la amenaza de que se saldrán de la OEA, si no se hacen los cambios que ellos quieren. Ya dieron el primer paso: abandonar el TIAR.

En la región, será difícil convencer a Chile, Colombia y Perú para que abandonen la OEA. Brasil posiblemente tampoco sea tan afecto a la idea, porque siempre necesita tener un medio de interlocución directa con Estados Unidos, siendo como pretende ser, el país más representativo de Sudamérica. Y Argentina, prefiere ser tercero o cuarto en una mesa de negociaciones con Estados Unidos, que segundón -detrás de Brasil- en América del Sur.

Además, en materia de negociaciones internacionales, nadie se juega el pellejo para defender posturas nacidas en resentimientos. Lo de Correa es solo eso

viernes, 8 de junio de 2012

Consternado... ¡Más turbado!

Sí. Así me sentí esta mañana mientras veía la entrevista que Lenin Artieda le hacía a la Ministra María Fernanda Espinosa sobre el "ascenso" a general del Ejército que el gobierno de la Revolución Ciudadana le otorgó post mortem a Eloy Alfaro Delgado.

Primero consternado. Porque causa pena, o sea consternación, advertir lo poco preparado que en esta materia, resultó ser Artieda: al parecer ni siquiera había establecido un calendario para cotejar las fechas de los documentos oficiales que tenía en su poder, con las aseveraciones que con desparpajo hacía la ministra, tratando ella -sí, ella dizque apoyada por historiadores- de desfigurar la historia, incluso volviéndola plana en el calendario: puso la negativa de Alfaro de recibir el grado de General en 1883, al mismo nivel de 1895, para restarle validez a un Acuerdo del Consejo de Ministros de dicho año, que le confirió el grado de General de Brigada, (que era el máximo que se conocía en la jerarquía militar de aquellos días) a Alfaro. O sea, negó invocando una renuncia de 13 años atrás, una resolución tomada válidamente en 1895.

Y Lenin, cuya obligación de periodista consistía en precisar fechas y validar con ellas, los respectivos documentos que contradecían evidentemente las aseveraciones de la Ministra Espinosa, prefirió hacer de tonto..., creo. Entonces dejó que la Ministra jugara alegremente con la historia, como lo hacía el Gran Hermano en el libro de Orwell, (cada vez este gobierno revolucionario me recuerda más, al descrito en esa novela: "1984")

Y me sentí turbado cuando comprobé que el régimen tiene la paciencia de una hormiga para construir sus mentiras. Esto incluye un guión repetido: si alguien apela a la verdad con el fin de evitar el fraude, entonces pertenece a sectores retardatarios, enemigos de la revolución. No hay más en el esquema maniqueísta del régimen. O estás con la revolución y por lo tanto aceptas todos sus dichos, canciones y proclamas como verdades irrebatibles; o estás en contra de la revolución y eres un apestado contrarrevolucionario. (En Cuba los llamaban "gusanos"; en Nicaragua, "contras" y en Venezuela "hijos de yankees")

Pero el problema no es de ellos. El problema es de nosotros. Parodiando una canción de Arjona el problema no es que mienten, sino que les creemos o no decimos nada para evidenciar el engaño. Esto turba a cualquiera...

Y me sentí más turbado (incluso en la acepción que resulta del vocable hablado), cuando la Ministra Espinosa, con una caretuco espectacular dijo: "En esta ocasión, Alfaro desde cualquier constelación luminosa en la que se encuentre habrá aceptado de corazón esta designación (de General del Ejército) que le hace el gobierno de la Revolución Ciudadana".

¡Qué desparpajo! Como para sentirse más turbado

sábado, 2 de junio de 2012

El modelo exitoso de Guayaquil

El Presidente Correa ha cuestionado nuevamente el modelo "exitoso" de desarrollo de Guayaquil, para achacar a la administración del alcalde Jaime Nebot, los efectos de la pobreza extrema de los barrios marginales de la urbe. Estos efectos incluyen deficiencias en los servicios públicos, que son más notorios en la recolección de basuras, en el mantenimiento de las calles, y en la dotación de centros de abasto de víveres.

Es claro que las expresiones de Correa anticipan el tono de su campaña electoral en Guayaquil. Su estrategia se centrará en atacar a Nebot. Para ello, no dudará en atribuir a los 20 años de gobierno cantonal social cristiano todo lo malo. Y desde esa premisa, se presentará como el abanderado de todo lo bueno que en contrapartida, pueda prometer. El éxito de tamaña estrategia no residirá en cuestionar al alcalde, sino en deslegitimar al "modelo".

Claro, hacer de Nebot el blanco de sus ataques y ofensas no sería rentable electoralmente hablando, porque de todas maneras las encuestas enseñan que el alcalde goza de una excepcional aceptación en la ciudadanía. Por eso la artillería estará dirigida al "modelo". Y el propósito central será sembrar dudas respecto a quienes han sido presuntos beneficiarios del mismo, y quienes son los indudables perjudicados. Es decir, poner en un lado de la medalla a los pobres, y en otra a los ricos.

De manera que para el elctorado guayaquileño la conclusión sonará tan incontenible como un estornudo: no se está pidiendo el voto por el candidato o la candidata a la alcaldía que postule Rafael Correa, sino por la continuidad o no del modelo de desarrollo que se aplica desde 1992 y que -según afirma el Presidente- ha creado más pobreza. Incluso, para esos fines, Nebot es un buen alcalde, y hasta inteligente... Lo malo es el modelo de desarrollo que ha consolidado en los últimos 12 años.

La trampa ha sido minuciosamente estudiada. Veamos: si Nebot mantiene su decisión de no correr para una tercera reelección, no habrá quien pueda defender políticamente el modelo, porque tal actitud equivaldría a asumir el costo de corresponsabilizarse por la supuesta creación de mayor marginalidad que se le atribuye. Y si Nebot decide reelegirse, se le dirá que no es a él a quien se lo cuestiona sino a los resultados de "su" modelo...

Toca a los guayaquileños defender el modelo, que no consiste en otra cosa que defender a Guayaquil para evitar que retorne a lo que fue hace 20 años. Hay que recordar, por ejemplo, que las calles del centro de la ciudad eran verdaderos muladares, no solo donde se acumulaban los desechos, sino que sobre sus aceras se vertían aguas servidas. Hay que recordar cómo era el Malecón, a todo lo largo de la orilla: sitio en el que se apreciaba desde interioranos lavando sus ropas, hasta una legión de lava-carros, apostados en los parterres para dar cuenta de todo vehículo que se acercara por esos lugares. Hay que recordar cómo era el Malecón de El Salado, y sus áreas aledañas. Hay que recordar cómo eran los mercados de la P.P. Gómez, o el Mercado Central, o el Mercado del Sur (hoy convertido en atractivo turístico junto a las Peñas y el Cerro Santa Ana).

En fin, hay que buscar en los medios de comunicación de esa época -señaladamente entre 1980 y 1992- material gráfico para testimoniar el estropicio que era Guayaquil. Y compararlo con lo que es ahora. Hay que mostrar de dónde salieron las invasiones en los últimos años, y evidenciar si hay o no pierinazgos en las mismas, buscando minar la tarea de ordenamiento territorial que emprendió el municipio desde Febres-Cordero hasta ahora.

De esos contrastes se evidenciará cuál es el modelo de Guayaquil actual: pasar de ser una ciudad desorganizada, tomada por vendedores ambulantes que no respetaban -a guisa de ejercer el derecho sagrado de ganarse la vida- mínimas normas de convivencia urbana, a otra con cierto ordenamiento en la ocupación de la vía pública y, sobre todo, relativamente limpia. (También hay que recordar cómo los sindicatos de los trabajadores de Aseo de Calles, ultrajaban a los habitantes de la ciudad y al propio municipio)

No hay más vueltas que darle. Lo que decidiremos los habitantes de Guayaquil en las próximas elecciones de Alcalde, no es si se mantiene o no un modelo como lo juzga Correa. Lo que decidiremos es si votamos por regresar a un pasado de caos urbano, de irrespeto a la ciudad y a sus habitantes, o si votamos por seguir progresando, por corregir las deficiencias de los servicios públicos, por mejorar la calidad de vida de la ciudad.

Esa decisión no puede ser tomada para darle gusto a Correa.